Es innegable que el Gobierno ha dado pasos importantes en su obligación de mejorar la atención a la educación. Podemos citar algunos de ellos: las evaluaciones a los docentes pese a la resistencia de un partido político que controla el gremio de los maestros, la gratuidad de las matrículas y los uniformes, la eliminación de las denominadas ‘contribuciones voluntarias’ y la entrega de USD 25 por estudiante de primaria y USD 30 por cada estudiante de secundaria a todos los planteles fiscales.
También es válido destacar que en muchos planteles fiscales se han proscrito las innumerables trabas burocráticas que convertían a la matriculación anual en un proceso tortuoso al exigir, reiteradamente y sin ningún argumento sólido, documentos de identidad ‘actualizados’ y certificados médicos de las direcciones de Salud, entre otros papeles de engorroso trámite.
Pero todavía queda mucho por hacer, no solamente de parte de las autoridades sino también de los padres de familia y los estudiantes.
Del lado de los usuarios es lamentable que, por falta de organización y orden, este año se volvieron a ver las tristes escenas con gente que pasa noches y madrugadas para ganar puestos en las largas filas y obtener un cupo en las escuelas o colegios que son de su preferencia.
En cuanto a las autoridades, es notorio el esfuerzo por elevar la calidad de la educación pública y por mejorar la infraestructura, pero en esto aún hay mucha tarea pendiente, en especial en los planteles alejados de los centros urbanos. Otro asunto por resolver son los costos de las tradicionales listas de útiles, pues si bien la Dinse ofrece ‘kits escolares’ a precios bajos, en este rubro todavía hay gastos extras para los hogares pobres.