El cubeto 9b que se inaugura este 28 de enero del 2019 tiene capacidad para recibir la basura de Quito hasta el 2021. Foto: Vicente Costales / El Comercio
La última etapa de operaciones del relleno sanitario de El Inga se cumple hoy, 28 de enero del 2019, con la inauguración del cubeto 9b. Se trata de un orificio construido para recibir y tratar las 2 100 toneladas de basura que se producen a diario en Quito. Este gran cráter de 4,7 hectáreas y 33 metros de profundidad estará operativo por dos años.
Desde la parte alta del cubeto, los tractores y volquetas se ven como pequeñas piezas de legos. Para tener una idea, su tamaño es mayor al de cuatro estadios olímpicos, incluidos graderíos y cancha. Su construcción, que empezó en mayo del año pasado, arrancó con la excavación y luego se colocaron membranas y ductos que se encargarán de recoger el líquido que genera la basura en descomposición, conocido como lixiviado.
Jorge Sempértegui, gerente de la Empresa Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs), cuenta que construir el nuevo cubeto, que tiene capacidad para recibir 1 450 000 m³ de basura, costó USD 9, 4 millones.
Toda la zona se impermeabilizó como si fuese una tina enorme. También se colocaron drenajes y manholes, una especie de pozos de revisión por donde sale la presión del aire del cubeto y permite que se evacúen los lixiviados. El líquido se conecta con tubos que permiten un drenaje permanente. Desde el momento en que la basura empieza a ser compactada, los lixiviados comienzan a salir. Los primeros cubetos construidos hace 15 años todavía los emanan.
Tratar los lixiviados es uno de los puntos más delicados en la disposición de la basura. Actualmente hay lixiviado acumulado de antes del 2014 que no se pudo tratar en su momento. Hay 77 000 m³ almacenados de ese caldo. 192 000 m³ del líquido se tratan cada año, esto incluye todo el lixiviado producto del proceso actual y una parte de lo acumulado. Sempértegui explica que la meta era dar tratamiento al 20% del lixiviado pasivo hasta el año 2025, pero se ha conseguido hasta este año, procesar el 27%. Para ser procesado, el líquido es conducido a una piscina donde se agregan elementos que permiten hacer una descarga al río, que sea amigable con el ambiente.
Una de las razones por las cuales la basura de Quito genera tanto lixiviado es por la cantidad de desperdicios orgánicos que recibe: cerca del 68%.
Desde la apertura del relleno, hace 15 años, hasta el momento, se han dispuesto más de 9 millones de toneladas de basura. John Bonifaz, gerente de Operaciones de la Emgirs, explica que la producción es mayor cada año. Por ejemplo, en el 2013 se recibieron 612 000 toneladas de desperdicios, mientras que el año pasado fueron 764 000. Es decir, 152 000 toneladas más.
Si las personas reciclaran, sostiene Sempértegui, se disminuiría la cantidad de basura que llega a este lugar en un 24% y por lo tanto su vida útil aumentaría. Precisamente con miras a disminuir esa cifra, la Secretaría de Ambiente lleva a cabo varios programas para reducir el consumo de plásticos en la ciudad.
El sábado 2 de febrero se lanzará la campaña Quito a reciclar en condominios. Un proyecto que arrancará en más de 40 barrios y que facilitará a la comunidad un manual para reciclar. Con esto se pretende incrementar unas 45 toneladas de reciclaje al mes en la ciudad.
El tratamiento de la basura requiere de una alta inversión. Procesar cada tonelada cuesta USD 30,20. Cada año, la Emgirs invierte en su operación cerca de USD 19 millones, lo que incluye el mantenimiento de las estaciones de transferencia, el transporte desde las estaciones al relleno y el tratamiento.
Cuando este nuevo cubeto se llene, se optimizarán los espacios intermedios entre los otros nueve cubetos que hay en el relleno (ver gráfico), se aprovecharán las zonas de las piscinas para lixiviados y se hará un cierre técnico de El Inga. Entonces será necesario buscar otro lugar para depositar la basura proveniente de Quito. Esa tarea no es sencilla. Nadie quiere un relleno cerca.
La negociación con la comunidad siempre es complicada, pero según Sempértegui, la gente debe entender que tiene sus beneficios. Por ejemplo, las cuatro comunidades cercanas a El Inga han recibido 164 proyectos, que alcanzan los USD 3,3 millones de inversión.
Sempértegui indica que está por concluir la consultoría de los Términos de Referencia, que permitirá contratar los diseños de prefactibilidad y construcción para el nuevo relleno. Esta indicará dónde es adecuado edificar la siguiente planta de tratamiento.
Para Alfredo Jaramillo, ingeniero ambiental, la solución no es construir rellenos sanitarios más amplios . Lo que se debe hacer es trabajar para crear una cultura de reciclaje, al inicio con ayuda de incentivos.
Solo así -dice- se podrá aprovechar o reutilizar más del 50% de los residuos como ocurre en otros países, como Suiza, Alemania, Bélgica y Holanda. Se debe empezar a crear una cultura de reciclaje para que de aquí en 10 o 20 años se empiecen a ver resultados.