Olga Imbaquingo.
Corresponsal en Nueva York
El libro no va a desaparecer, pero tal vez se le va a llamar con otro nombre y tendrá otro formato.
Acceso a esta tecnología
En Estados Unidos, el costo de un libro electrónico oscila entre USD 200 y 500 . El descargar un libro para leerlo a través de este aparato bordea entre los
USD 10 y 30.
Para los lectores digitales que no quieren incurrir en ese costo, el iPhone es otra forma de acceder a los libros electrónicos y leerlos de forma totalmente gratuita.
Estos libros no solo lo ofrece Amazon, sino también Sony y General Electric.
Quizá se llamará kindles, Nook, e- book, Google book o libro electrónico. Será digital y flexible.
¿Se imagina que lo pueda enrollar como papel periódico y lo pueda llevar bajo el brazo cuando se sube al bus? Bueno, ese es el desafío del futuro.
El libro electrónico va dando zancadas de gigante para convertir al libro de papel como su gran predecesor y promete atraer a millones que no tienen mucho interés en la lectura.
Amazon, por ejemplo, asegura en su último reporte que los lectores de kindles compran tres veces más libros que antes. Sony también tiene sus cifras: un promedio de ocho libros por mes bajan de Internet los lectores del e-book.
Su nueva imagen: delgada y de varios colores, portátil como el de papel pero en vez de hojas botones o pequeñas teclas como una computadora, tiene apenas 13 años de recorrido desde que el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) inventó la tinta electrónica allá por 1997.
Pero este año, mientras la venta de libros de papel va a la baja, en EE.UU. las ventas del libro electrónico, que es como tener una biblioteca al alcance de la palma de la mano, fueron al alza: tres millones de ventas en todo el mundo, un millón más de las previstas.
Con estas cifras, el 2009 se convirtió en el mejor en la evolución comercial y tecnológica del libro, desde que el alemán Johannes Gutenberg juntó las hojas de la primera Biblia impresa.
Todas las proyecciones apuntan a que la popularidad del libro electrónico seguirá en aumento. Pero no será el fin del libro tradicional, aunque quizá desaparecerán algunos atributos que en los últimos 500 años solo se les ha concedido a los libros de papel.
La gran pregunta que el diario The Wall Street Journal hizo a sus lectores hace algunos meses fue: ¿Después de esta gran revolución seremos capaces de reconocer al libro como lo hemos venido mirando hasta hoy?
“Probablemente esta nueva versión dará más oportunidades a escritores que de otra forma nunca llegarían a un lector, aunque nosotros quizá no estaremos allí”, dijo el argentino Santiago Vega, representante de Eloísa Cartonera, en la última feria del libro que se realizó en el Museo de Queens.
Eloísa Cartonera es un proyecto popular que produce libros con papel y pastas duras de cartón de reciclaje. Sus obras de autores latinoamericanos no pasan por las grandes imprentas ni famosos ilustradores de libros.
“Estos títulos no estarán en kindle y no por eso dejan de ser buenos y mientras haya alguien como nosotros el libro seguirá viviendo”, dijo Vega, mostrando títulos como ‘Esa mujer’, de Rodolfo Walsh; ‘Mil gotas’, de César Aira, o ‘Borracho estaba pero me acuerdo’, de Víctor Hugo Vizcarra.
Ni en la exhibición de Queens ni en la última feria The New York Art Book Fair el libro de papel mostró estar en retirada. Miles de libros gordos, extraños, lúdicos y hasta ridículos desafiaron las habilidades del libro digital para que los ponga en su formato.
Llegaron de México, Japón, Argentina y de casi todos los estados de Estados Unidos con clásicos de literatura gay como ‘Derecho al infierno’ o ‘No milk today’.
Pero si el futuro del libro no está a la vuelta de la esquina, al menos el de las bibliotecas está en debate y en continua evolución. Estas también quieren aprovechar el filón de lectores que está arrastrando el libro electrónico para no perder lectores.
“La gente todavía piensa en las librerías como estantes llenos de polvorientos libros y es una percepción contra la que siempre estamos peleando”, dijo a The New York Times Michael Colford, actual director de información tecnológica de la Librería Pública de Boston.
Según él, “si a los lectores no les proveemos del material que buscan simplemente dejarán de venir”. Esa es la principal razón por la que 5 400 bibliotecas públicas ofrecen una colección cada vez más grande de libros electrónicos y de audios.