El país no se repone de la indignación por el femicidio de María Belén Bernal, cuando otra mujer fue asesinada en Cañar. Ana Lucía Muyulema tenía 25 años, un niño de 4 años y laboraba como enfermera. Tras las primeras investigaciones se detuvo al padre del niño. El jueves 6 de octubre, en la audiencia de formulación de cargos, el juez le dictó prisión preventiva. Allí su familia contó que la joven enfrentaba violencia psicológica y económica.
El cuerpo de Ana Lucía fue hallado en una quebrada en Molobog Chico. Según el fiscal provincial, Jorge Vélez, presentaba signos de violencia física: una herida de arma de fuego en el cráneo y golpes en el rostro. Por las pruebas encontradas, el Fiscal cree que el crimen fue planificado.
Ana Lucía se suma a las víctimas de femicidio, aunque aún no está en la página de la Función Judicial. Esta registra 17 mujeres asesinadas en Azuay y Cañar, hasta el 1 de septiembre de 2022. Nueve se investigan por femicidio y esa cifra supera a la de 2021, cuando fueron siete. De los casos actuales, solo uno está resuelto: el de Julisa Tannt, de 22 años, en el cantón azuayo de Nabón.
Ella fue estrangulada con unos cordones de zapatos delante de su hijo de seis años. La jueza impuso cuatro años de internamiento en contra de un adolescente, expareja de la joven, y el pago de USD 1 000 de reparación a la familia.
Casos siguen sin resolver
El resto de los hechos siguen en indagación previa o juicio. Nombres como el de Julisa, Tania Priscilla, María Rosario, Glenda Marisol, Eliana y de más de 1 100 mujeres asesinadas en el país están marcados con pintura violeta en el puente Vivas nos Queremos, en el centro de Cuenca.
Lo hicieron los colectivos y defensoras de los derechos de la mujer, en mayo pasado, en honor a las víctimas de violencia. El nombre original del puente era Mariano Moreno, pero fue rebautizado en 2020 por los casos registrados. Este paso obligado es parte del corredor del río Tomebamba, ícono de Cuenca.
Conecta a la ciudad antigua con la moderna. Para quienes cruzan por primera vez, es imposible no parar y ver los muros, leer los nombres y no sentir rabia por la violencia e impunidad. “Dejen de matarnos” dice una frase que parece haberse escrito con indignación. “Estar aquí es recordar la brutal forma como acabaron con las vidas de estas mujeres y la conmoción social que generaron en el país”, manifiesta la cuencana Analía Crespo.
“Desde ese silencio es como si clamaran justicia y nos pidieran que no las olvidemos”, dice la quiteña Victoria Orellana. Luego acarició con sus manos el nombre de María Belén. Aunque casi no queda espacio, en los próximos días también estará el nombre de la cañarense Ana Lucía. “Me llena de miedo que el próximo nombre sea de una de nosotras, amigas o hermanas”, dijo Magaly Contreras.
Un año complejo
Mayo fue el mes más doloroso en Azuay: cuatro femicidios, entre ellos el de Eliana, de cinco años. El acusado es el padrastro, que está con prisión preventiva y el pasado lunes se dio paso al juicio penal.
Según la autopsia, la niña fue asesinada a golpes y por asfixia mecánica. El padre de la menor, Jonathan Tamay, cuestiona la lentitud del proceso y por qué no se arrestó a la madre “que conocía de los maltratos”.
En el mismo mes, el cuerpo de Tania Priscilla fue encontrado enterrado en una quebrada, en la parroquia rural Ricaurte. Su cuñado, de 28 años y exestudiante de Veterinaria, fue detenido y enfrenta el juicio por femicidio. La joven fue asesinada con martillazos en la cabeza y su cadáver fue escondido en una maleta.
Según las investigaciones, el hombre contrató a un amigo que tenía un auto, para deshacerse del cuerpo. Le dijo que se trataba de restos de animales que había sacrificado con fines académicos y, por eso, se descubrió al implicado. Asimismo, con pocos días de diferencia fue encontrada muerta Glenda, de 22 años, en Gualaceo.
No hay detenidos. Su familia denuncia que las investigaciones no avanzan. Ella dejó un niño en la orfandad. Mientras que la sigseña María Rosario fue encontrada asesinada en Cuenca, en donde había sido citada por su expareja sentimental.
La mayoría de los investigados tiene entre 22 y 38 años y fueron las parejas o exparejas de las víctimas. Por estos crímenes hubo varios plantones y la Mesa Cantonal de Erradicación de la Violencia a la Mujer declaró a Cuenca en Emergencia, el pasado 30 de mayo.
Pero cuatro meses después no hay más que reuniones. El fiscal de Azuay Leonardo Amoroso reconoce su preocupación por el aumento de femicidios. “Hay una Ley de Erradicación de Violencia, pero no se implementa en su totalidad por falta de recursos. Debemos hacer educación en las escuelas y hogares”, dice el funcionario.
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