Olga Imbaquingo,
Nueva York
Unas 120 personas acudieron a despedir el cuerpo de Anthony. A la salida de la iglesia, el dolor no miró géneros ni edades: hombres y mujeres sin miedo a las cámaras lloraban y Esperanza Pérez, quien cantó, se lamentaba de que “ahora hay dos madres que han perdido a sus hijos para siempre”. La una es Dolores (madre de Anthony) y la otra es Antonia N., su hijo está en la cárcel por ser el principal sospechoso de este crimen.