No viene solo, sino con su novia, también colega y, cuando llega, en lugar de encontrar a la mamá obesa se topa con una alocada rubia
Por otro lado, está un sofisticado ladrón de objetos de arte que se desvive por apoderarse de una cotizadísima pieza escultórica.
Como puede imaginarse, la rubia y el seductor se conocen, y hay flechazo y la cosa no es del agrado del celoso hijo, a quien, para colmo de males, sus superiores le encargan vigilar de cerca, y sin que nadie lo note, los pasos del ladrón.
Sin embargo, el carisma de Banderas no siempre alcanza y Meg Ryan parece haber perdido toda su frescura en el quirófano. La Nación, GDA, Argentina