¡No más violencia a la mujer!

El 25 de noviembre de 1960, mientras Patria, Minerva y María Teresa Mirabal se dirigían en un jeep hasta su hogar, fueron interceptadas por un vehículo. Nacidas en Ojo de Agua, en la provincia Salcedo, en República Dominicana, las tres hermanas habían luchado fervientemente durante años contra una de las dictaduras más virulentas de Latinoamérica, la de Rafael Leonidas Trujillo. Antes ya habían sido perseguidas e incluso apresadas, pero ese día se consumó la tragedia. Los agentes secretos del tirano, que todos llamaban ‘caliés’, las metieron a empujones a su carro y fueron llevadas a un lugar cercano a un precipicio. Entre los matorrales, los matones las asesinaron brutalmente a garrotazos. Después, pusieron los cadáveres en el jeep y los echaron al abismo. El nombre secreto que Minerva utilizaba en sus actividades políticas clandestinas era Mariposa, que después fue usado para identificar a las tres hermanas. Años después, hacia 1981, en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en Bogotá, se declaró al 25 de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer. Pero ahora, no solo Latinoamérica celebra esta causa, sino que el mundo entero se ha unido al vuelo de las Mariposas.

Cifras alarmantes

En Ecuador,  según  la Encuesta Demográfica y de Salud Materna e Infantil (2004),  el 46% de las mujeres casadas o unidas declaran haber vivido violencia psicológica, física o sexual. Solo el 7% de ellas buscó apoyo o denunció el hecho. Además,   en el  2008 se realizaron 64 821 denuncias en las Comisarías de la Mujer y 10 672 por delitos sexuales. Solo el 3.1%   tuvieron sentencia (Plan Nacional de Erradicación de la Violencia de Género).Es así que en febrero del 2008, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon lanzó la campaña global ‘Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres’, frente a las alarmantes cifras -se señala que una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física, psicológica, sexual o económica, a lo largo de su vida- que revelan que este no es problema aislado sino de carácter mundial, y con el objetivo de profundizar la conciencia pública acerca del tema, promoviendo además la acción de los gobiernos, los líderes, la sociedad civil, el sector privado y todo el Sistema de las Naciones Unidas.

Asimismo esta estrategia pretende que en cada región se atienda a las particularidades de la violencia contra las mujeres y, por esta razón,  hace poco más de una semana, se realizó también el lanzamiento de la campaña en nuestro continente. La sede fue Guatemala, pero, al mismo tiempo se realizaron actos simbólicos en Caracas, Bogotá, La Paz, Lima y Quito. En nuestra capital, en el parque Itchimbía, se plantó un Pumamaqui, árbol sagrado para las culturas andinas que significa mano o garra de puma, como un monumento vivo del compromiso creciente para erradicar la violencia de género en la región.

Isabel Miguel, analista del área de gobernabilidad, violencia y VIH, del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) en la Región Andina, señala que la campaña para América Latina se centra en tres ejes de acción. El primero de ellos es ‘No más impunidad’, ya que en la región las cifras de violencia son muy elevadas, mientras que las denuncias que se realizan son muy escasas y las respuestas a estas son poco efectivas. El segundo, denominado ‘Ni una más’, está relacionado con promover el desarrollo y eliminar los patrones socioculturales que resultan discriminatorios hacia la mujer y  le privan de oportunidades iguales. “Ese es el factor clave que está en la raíz de la violencia, si se lo ataca, realmente las tasas de violencia  van a reducir, porque se estaría construyendo una sociedad democrática e igualitaria”, afirma la analista.

Por último, el último eje es ‘la responsabilidad es de todos y de todas’, porque, aunque los movimientos de mujeres llevan más de 30 años intentando visibilizar este problema, el deber no es solo de las mujeres, sino de toda la sociedad.

Rompe el silencio y ¡actúa!

Por otro lado, Isabel Miguel destaca que una de las ideas más fuertes de la campaña es pasar de la palabra a la acción.  Así, alienta Isabel: “ No tienen que tener miedo.  Si son víctimas de violencia deben acudir a una entidad especializada, pues si no se denuncia es imposible   solucionarlo”.

Según la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, se entiende por violencia contra la mujer “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”. De esta forma, quienes hayan sido víctimas de estas conductas, pueden acudir a una Comisaría Nacional, a la Comisaría de la Mujer y la Familia, o a la Fiscalía. La denuncia es gratuita y su único requisito es la cédula de ciudadanía. Además, es conveniente buscar ayuda médica y psicológica en centros especializados.

Asimismo,  nuestro país cuenta con algunos refugios para mujeres víctimas de violencia. El primero de ellos es la Fundación  Casa de Refugio Matilde, abierta en 1990, que surgió de la lucha prolongada de las mujeres. “Ellas pedían un lugar para salvarse de la violencia, de la muerte, y proteger también a sus hijos”, asegura Rosario Gómez Santos, fundadora y presidenta.

Hacia este albergue ubicado al sur de Quito, llegan cerca de 160 mujeres al año y 400 niños y niñas. Allí se les acoge temporalmente y se les da apoyo legal y psicológico. El trabajo con los menores es fundamental, ya que la violencia les afecta  directamente. Como afirma la psicóloga de Casa Matilde, Gina Coque Alarcón, muchas madres que son violentadas por su pareja desfogan su frustración sobre sus hijos, agrediéndolos también. Esto genera a su vez, una visión de la violencia como algo normal, propio del hogar. 

En consecuencia, la violencia contra la mujer es considerada hoy en día un problema de salud pública, que se refleja en  los índices de violencia intrafamiliar  cada vez más escalofriantes, y que requiere una acción inmediata y permanente de toda la sociedad.

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