Redacción Sociedad
En 2004 se hizo un cálculo del número de personas con discapacidad.¿De qué sirve contar con un registro real?
Sin información exacta no se puede hacer una política revolucionaria de atención integral. No existía ni de lejos un censo, solo cálculos al ojo, que no permitían ayudar. El presupuesto era de USD 150 000, una miseria, en relación a la necesidad. Ellos estaban invisibilizados.
¿Así surgió la Misión Manuela Espejo?
Supimos que Cuba tenía experiencia, había ayudado a Venezuela y nos enviaron a sus médicos para las brigadas. Ahora Perú nos pide colaboración.
¿Le escuché decir que encontraron personas con discapacidad en cuevas?
Sí, en gallineras, en perreras, conejeras, cuyeras… Eran abandonadas, les dejaban la comida para la semana.
¿Imaginaba esa realidad?
No lo imaginaba, es un Ecuador profundo. Los gobiernos anteriores han hecho mutis.
Un chico, de 14 años, dice que lo único que no puede hacer es caminar. Acciona el ‘mouse’ de su portátil con el mentón, juega fútbol en ella.
Ahora tenemos acceso a una tecnología extraordinaria, hay casas inteligentes que se accionan con el movimiento de los ojos, de la nariz, etc. La realidad de estas personas con discapacidad hoy es diferente, salen a la calle, se integran a la educación…
¿Qué tan factible es que esa tecnología llegue al país?
El presidente Rafael Correa pidió que nos vayamos a la casa si no podemos atender integralmente a las personas con discapacidad. Instalamos procuradurías para que sean defendidos, abrimos más de 100 talleres de estimulación temprana para evitar que las deficiencias se transformen en discapacidades.