Siete niños dan su versión en caso de abuso sexual en escuela de Guayaquil

El acompañamiento continúa hasta la entrevista en la cámara de Gesell, donde utilizan varias herramientas para la observación clínica. Foto: Mario Fautos / EL COMERCIO

El acompañamiento continúa hasta la entrevista en la cámara de Gesell, donde utilizan varias herramientas para la observación clínica. Foto: Mario Fautos / EL COMERCIO

El acompañamiento a los menores de edad continúa hasta la entrevista en la cámara de Gesell, donde utilizan varias herramientas para la observación clínica. Foto: Mario Fautos / EL COMERCIO

La puerta de la cámara de Gesell se cerró a las 10:00 de este jueves, 7 de diciembre del 2017. Adrián (nombre protegido) entró de la mano de una psicóloga para dar su testimonio, dentro de la instrucción fiscal por violación. Cuatro maestros de una escuela pública del norte de Guayaquil son señalados como los supuestos agresores.

El caso fue denunciado el 5 de octubre y destapó, al menos, cinco casos más de abuso contra menores, en planteles públicos y privados de la ciudad. Dos meses después, siete pequeños fueron citados por la Fiscalía para narrar qué fue lo que ocurrió en el baño de la institución. Son cuatro afectados y tres testigos, de entre 7 y 8 años de edad.

“Ya queremos que todo esto acabe. Mi niño quiere olvidar este trauma y todavía no puede; por las noches se levanta asustado, diciendo que uno de los maestros lo persigue. Hoy no quería venir a revivir todo otra vez”, contó el abuelo de Adrián.

Según la denuncia, el pequeño relató que los maestros lo acorralaban en uno de los baños, junto a otros estudiantes. En algunas ocasiones les amarraban las manos, los fotografiaban desnudos, los orinaban o eran obligados a beber orine. También recordó que recibían unos caramelos que los hacían sentir mareos.

Por este caso se abrieron dos instrucciones fiscales. Una está a cargo de César Peña y es contra los docentes Bryan M. Z. detenido en un allanamiento a la escuela; y Xavier M. B., quien continúa prófugo. La fiscal Judy Tutivén investiga la participación de Eduardo B. S. y Máximo M. M., detenidos el 13 de octubre, también dentro del plantel.

La defensa de los niños pidió la vinculación para que se siga un solo proceso. Pero no se logró.

La versión de este jueves es parte de la investigación que sigue Tutivén. La primera comparecencia, la de Adrián, se retrasó una hora porque faltaba alguien del juzgado. Detrás del vidrio de la cámara de Gesell estuvieron los abogados del pequeño, la fiscal, una jueza y los abogados de dos profesores acusados.

La psicóloga perito Inés Mendoza, parte del equipo de la Fiscalía, señala que como máximo se demoran 40 minutos. El abordaje psicológico empieza antes, con las valoraciones para determinar el grado de afectación del niño. Esa evaluación se logra en tres sesiones.

El acompañamiento continúa hasta la entrevista en la cámara de Gesell, donde utilizan varias herramientas para la observación clínica. Las técnicas más utilizadas son el dibujo, los juegos y los muñecos anatómicos. Finalmente, los pequeños son derivados a centros médicos para que continúen con un tratamiento.

Mientras Adrián contaba su testimonio, afuera Miguel (nombre protegido) se entretenía con el celular de su mamá. Los padres esperaban que esta versión sea la última; sin embargo, los niños deberán pasar otra vez por la cámara, el 5 de enero del 2018, dentro del proceso del fiscal Peña.

En septiembre del 2017, Miguel contó que el profesor Xavier M. B., que aún no es detenido, le ponía el pene en el trasero y en la boca. También narró que lo golpeaba. “Ocurría todos los días siempre que iba al baño”, consta en la denuncia.

“Ellos ya no quieren hablar de esto. Recordar les afecta mucho”, aseguró su mamá, quien además reveló otro drama que viven las familias de los pequeños. Varios de los padres han perdido sus empleos por asistir a las continuas diligencias.

A más de la Fiscalía, algunos comparecen ante la Dinapen y ante el Ministerio de Educación, por los sumarios administrativos que siguen contra las autoridades del plantel y del distrito educativo.

“Algunos ni siquiera tienen para el carro. Tuvimos que prestarles dinero para que vengan y los niños puedan dar los testimonios -contó la madre de Miguel-. Yo he faltado muchas veces, he tenido que pagar reemplazos en mi trabajo… En este mes se acaba mi contrato y no sé si me lo renovarán”.

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