Con todo el énfasis que se pone en la actualidad en las pruebas estandarizadas, las calificaciones, un amplio currículo, las actividades extracurriculares y más, algo muy importante está quedando por fuera: los niños deben jugar y descansar.
El doctor Lawrence Cohen es un psicólogo y consultor en temas de desarrollo emocional de los niños y jóvenes y autor del ‘best seller’ ‘Playful parenting’ sobre la necesidad de que los padres desarrollen conexiones muy cercanas para evitar problemas de comportamiento en sus hijos y apoyarles en el desarrollo de la autoconfianza.
Jugar sin parar
Este especialista dice que “el juego es vital para los niños, no solo para su desarrollo social y emocional, sino también para sus logros académicos. A más de ser divertido, el juego es una manera mediante la cual los chicos se apoderan del mundo, comprenden sus nuevas experiencias y conocimientos y se recuperan de los escollos que la vida presenta. Ellos necesitan jugar tanto como puedan, incluso cuando a los adultos les parezca que no es algo constructivo. Los niños que están en pleno desarrollo necesitan mucho tiempo para correr, hacer payasadas, no tener que preocuparse permanentemente solo de los horarios a cumplir, jugar sin parar con juguetes o fantasear…”.
Enfatiza que al hablar de esto no solamente se está refiriendo a los niños en edad escolar, sino que también los más grandes y los adolescentes necesitan ese tiempo libre para el juego, la diversión y el descanso. “Si están exigiéndose demasiado, y la mayoría de estudiantes así lo hacen, entonces ellos necesitarán especialmente un tiempo para el descanso, para recuperar sus fuerzas y energía para poder seguir adelante”, dice.
En la escuela
Cohen considera que muchos maestros incluyen o quisieran incluir actividades lúdicas en sus clases, a sabiendas de que esto mejorará el desarrollo cognitivo, social y físico de sus estudiantes, pero muchas veces se ponen a la defensiva porque algunos padres o directores de escuela pudieran ver esto como una pérdida de tiempo y pensar que no se está cumpliendo con el currículo establecido.
Sin embargo, Cohen insiste en sus apreciaciones: “Un estudio reciente ha encontrado que las personas recuerdan mejor la información nueva si tienen la posibilidad de dormir luego de haberla aprendido. Si se hiciera una evaluación al respecto, los resultados serían iguales con relación al juego porque es a través de esto que los niños se integran a lo que aprenden”.
Según el experto, se sabe a ciencia cierta que los preescolares aprenden sobre el mundo mediante el juego y lo hacen en mayor cantidad y más rápido que en cualquier etapa de sus vidas. Por eso cuestiona el que se cambien los métodos de enseñanza tan dramáticamente y tan pronto el niño entra a la escuela.
Una etapa difícil
Se sabe que la escuela es lo suficientemente difícil para los niños, ya sea por razones académicas, sociales, emocionales o una combinación de las tres. Algunos chicos sufren por las notas, otros por causa de los compañeros, etc. Para poder recuperarse de estas preocupaciones y presiones, ya sean pequeñas o grandes, los niños en general necesitan jugar luego de las clases.
A más del estrés académico, enfrentan la presión de un crecimiento rápido. Los preadolescentes quieren convertirse en adolescentes y los adolescentes en
adultos. El juego es un antídoto para estas presiones, pues al jugar los chicos tienen la oportunidad de ser niños. El juego, además, es una forma mediante la cual superan los obstáculos que los separa tales como género, raza, diferencias físicas, etc.