En una encuesta, 308 hijos de ecuatorianos emigrantes revelan las huellas que deja este fenómeno. El estudio ‘Influencia de la migración paterna y materna en la vida de los adolescentes y sus familias’ muestra la opinión de chicos de entre 12 y 17 años.
“Aunque los adolescentes están conscientes de que su situación económica mejoró, anhelan la presencia de sus padres”, expresa Fernando López, director ejecutivo de Defensa de los Niños Internacional en Ecuador, entidad que hizo la muestra.
Esa conclusión se refleja en dos gráficos estadísticos. En el primero, el 45% de los chicos cree que su vida es mejor o igual que antes de que su papá o mamá dejen el país. En el segundo, el 55% se siente triste cuando piensa que sus padres están fuera.
López destaca el protagonismo de la tecnología en la formación de las denominadas familias transnacionales. Aunque los hijos estén “encargados” a terceros, la mayoría recurre a sus padres emigrantes cuando tiene un problema. El 63% lo hace a través de teléfono fijo; el resto lo hace por celular o por Internet.
El estudio muestra que la ausencia de la madre es reemplazada por los hermanos y abuelos antes que por el padre. En cambio, cuando el papá emigra, el 89% de las madres se encargó del hogar. Cuando ambos padres salen del país, los abuelos ocupan el primer lugar.
El 56% de los padres emigrantes no consultó con sus hijos la decisión de irse del país. En el proyecto participó también la Unicef y el Instituto del Niño y la Familia (Infa). Los resultados servirán para delinear políticas de ayuda a los niños afectados por la migración, dice la subsecretaria de Inclusión Social, Tatiana Ordeñana.