La identidad de la cultura Pasto es difundida en las escuelas de Tulcán, a través de un plan. José Fuel, estudiante de la Unidad Educativa Cristóbal Colón de Tulcán, se enteró de que su apellido proviene de la descendencia indígena Pasto.
Desconocía sobre su origen y quiénes eran sus ancestros. Fuel en el idioma pasto quiere decir “río pequeño”. Él, Melany Guepud, Paúl Tulcán, Javier Cuayal, Andrés Paspuel, Javier Guacalés, entre otros infantes, llevan apellidos nativos y ahora al saberlo se sienten orgullosos de ser descendientes del pueblo de los pastos, asentado en Carchi. Este pueblo también se encuentra en Colombia.
El proyecto ‘Infancia, identidad y autoestima’, que lidera Ramiro Cabrera, del Ministerio Coordinador de Patrimonio y Cultura en Carchi, inició una serie de conferencias y dinámicas dirigidas a los escolares de Tulcán con el objeto de reafirmar su origen.
Los registros escolares en esta ciudad determinan que un 45% de los apellidos de los menores desciende de las familias indígenas pastos, explica Cabrera, un antropólogo de profesión.
Jorge Cabezas, sociólogo e investigador de Carchi, sostiene que estos apellidos nativos, en muchos establecimientos, no son bien vistos, por quienes llevan apellidos hispanos o extranjeros.
La investigación de Cabrera revela que esa diferencia entre apellidos ha creado una frontera, que es evidenciada en la actitud de ciertos docentes, quienes privilegian a los estudiantes mestizos en las actividades educativas.
Este estudio identificó que en las escuelas fiscales con mejor estatus es menor la presencia de los estudiantes herederos de los pastos, que en las más populares. La carencia de programas etnoeducativos en la capital del Carchi podría ser la causa de este fenómeno.
“Se tiene la concepción de que en Carchi los únicos indígenas son los awá, pese a que el pueblo Pasto ha sido reconocido dentro de los movimientos indígenas y el Estado. Socialmente los Pastos no han sido reconocidos, razón por la cual no existen programas educativos que fortalezcan la identidad de estos descendientes”, agrega Cabrera.
Él cree que los pastos se relacionan con los awá, chachis y los tsáchilas.
Con la finalidad de generar elementos de fortalecimiento de identidad y autoestima se promueve este programa, que se complementa con la creación de murales que tienen relación con la identidad.
En la ex Escuela 11 de Abril, hoy conocida como Unidad Educativa Cristóbal Colón, se vivió la primera experiencia. Un mural ubicado en una parte central del plantel visibiliza a dos infantes pastos, al sol pasto con ocho puntas y la inscripción de una veintena de apellidos, originarios del sector que corresponden a varios alumnos que se educan allí.
La docente Teresa Mejía comenta que es una propuesta que ha motivado a los estudiantes y está acabando con aquellos sesgos discriminativos, que existe contra los niños y niñas que vienen del sector rural y que son señalados por sus apellidos aborígenes.
“Este programa además ayuda a vigorizar la identidad, pertinencia y valores que nos caracteriza a los carchenses”.
También, está prevista la producción de un cuento que reseña en sus páginas la experiencia vivida por Camilita Piarpuesán en Quito.
Esta niña se enteró en el Museo Nacional de Arqueología que su apellido en la antigua lengua de los pastos significa “Los que cuidan el maíz”. Y, que Quelal es “jaguar” o Fuel “río pequeño”. La historia pone en escena una tierna historia que habla de la cerámica y las costumbres de los pastos.
En coordinación con la Casa de la Cultura del Carchi se aspira confeccionar 5 000 ejemplares de esta leyenda para entregar a un similar número de estudiantes.
Apellidos de los pastos
Pastaz, Quenguán, Cuasquer, Fueltala, Irua, Nazate, Tarupi, Yar, Guaitarilla, Chalapud, Alpala, Chincuad, Chingal, Yamá, Yalamá, Quel, Chirán, Chinguad, Chaspuengal, Chilangua, Malte, Chincuad, Usamag, Chugá, Chaspud, Cuasanchir, Cusanguá, Puetate, Pisanán, Pilacuán, Tarapués, Tucanés, Changuán, Cheza, Chunez…