Con el inicio de clases quedarán atrás esos apacibles y relajados momentos de vacaciones. Pero las preocupaciones inherentes al período escolar pueden traer más de un cero en la libreta.
Tenga en cuenta
Esta situación es más frecuente en niños de edades escolares avanzadas. Aunque no hay una edad específica para este trastorno, según estudios, la prevalencia se da más en varones que en mujeres, entre los 10 y 16 años de edad.
En realidad, muchos niños presentan dolencias físicas como vómito, náusea, diarrea, debilidad muscular, dolor en extremidades y en la espalda, hinchazón, dificultad para tragar los alimentos, cefaleas, palpitaciones, mareos, alergias, malestar abdominal, cansancio, visión borrosa.
Busque ayuda
La psicoterapeuta Gilda Moreno, de Quito, explica que los padres frente a la preocupación que genera el malestar de sus hijos acuden al médico. Pero cuando él confirma que no hay una enfermedad en el niño y ninguna causa orgánica, es hora de buscar ayuda psicológica, ya que podría tratarse del trastorno de somatización infantil.
Las somatizaciones son las molestias no justificadas biológicamente que presentan algunas personas, manifestándose en enfermedades físicas.
Los síntomas psicosomáticos se derivan desde varias causas como las genéticas, biológicas, sociales, conflictos emocionales con los compañeros de la escuela, peleas con los amigos, problemas familiares con los padres o hermanos, dificultades académicas, malas notas, bajo nivel de adaptación a la escuela. De igual manera, existen otras causas más complejas, como, por ejemplo, abuso sexual y maltrato infantil.
La ansiedad, una razón
Pero este trastorno no solo pertenece a los inicios del año escolar. Las somatizaciones también se pueden presentar en los niños y niñas, quienes, por ejemplo, en la época de exámenes y evaluaciones para concluir el año lectivo, muestran un alto nivel de ansiedad o estrés que se manifiesta con los efectos indicados anteriormente.
Los padres deben tomar en cuenta si las quejas se dan solo en días específicos y previos a un acontecimiento estresante como un examen final, una lección, etc., o si ya se ha prolongado en el tiempo e intensidad, es cuando se relaciona con un trastorno de somatización infantil.
Los padres deben tomar en serio los dolores, ya que son reales, dependiendo de su actuación podrían agravarlos o reducirlos. Moreno recomienda no exagerar en la atención a estas molestias para que el niño se recupere poco a poco, pero en ningún caso se debe decir que se trata de la imaginación o de una excusa ya que eso les haría sentir mal.