Nicaragua celebra 40 años de revolución en 'paz', según líder sandinista

Un manifestante antigubernamental sostiene una bandera nacional nicaragüense frente a policías antidisturbios después de una misa en memoria de personas asesinadas hace un año en protestas contra el presidente nicaragüense Daniel Ortega el 8 de julio de 2

Un manifestante antigubernamental sostiene una bandera nacional nicaragüense frente a policías antidisturbios después de una misa en memoria de personas asesinadas hace un año en protestas contra el presidente nicaragüense Daniel Ortega el 8 de julio de 2

Un manifestante antigubernamental sostiene una bandera nacional nicaragüense frente a policías antidisturbios después de una misa en memoria de personas asesinadas hace un año en protestas contra el presidente nicaragüense Daniel Ortega el 8 de julio de 2019. Foto: AFP

Para el exguerrillero Jacinto Suárez, Daniel Ortega llega al 40 aniversario de la Revolución Sandinista al frente de un país estable tras un año de protestas que sumieron a Nicaragua en una aguda crisis, mientras los opositores denuncian un aplastante Estado represor.

“Sufrimos un intento de golpe de Estado pero el gobierno ya logró estabilizar la situación (...) Hay tranquilidad, paz”, afirmó Suárez, diputado, en entrevista. Descartó adelantar las elecciones como demandan la oposición y la comunidad internacional para resolver la crisis.

Las protestas contra una reforma social estallaron en abril de 2018, origen de la crisis que, según organismos de derechos humanos, ha dejado 325 muertos (199 según el gobierno) , centenares de detenidos, 2 000 heridos y 62.500 exiliados.

La economía se contrajo 4% en 2018 y 400.000 personas perdieron su empleo, según gremios empresariales.

Pese a la tranquilidad que proclama el gobierno, en las calles de las principales ciudades, antimotines armados con fusiles realizan patrullajes, ocupan espacios públicos, vigilan centros de compras, iglesias, universidades y detienen a manifestantes opositores.

Arrellanado en un sillón en su pequeña oficina adornada con fotos del presidente Ortega, el líder cubano Fidel Castro y del venezolano Hugo Chávez, Suárez dice tener problemas auditivos y responde a veces con voz alterada, casi a gritos, cuando se refiere a las protestas, a Estados Unidos o a la posibilidad de adelantar las elecciones de 2021.

“Dígame por qué Nicaragua tiene que adelantar elecciones. ¿Por qué no le dicen a Honduras, donde la gente está en las calles matándose? A Argentina, donde (Mauricio) Macri, está con enormes manifestaciones; al Brasil de (Jair) Bolsonaro, con una huelga general”, cuestionó Suárez, secretario de relaciones internacionales del FSLN.

Líder indiscutible

Ortega, de 73 años y 12 de estar en el poder, fue uno de los líderes de la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza, aunque muchos de sus excamaradas lo acusan de instaurar otra dictadura junto a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.

Suárez es amigo de Ortega, crecieron en el mismo barrio de Managua y pasaron siete años presos durante la dictadura.

“El comandante Ortega es líder indiscutible en el FSLN, nadie discute un centímetro el liderazgo de Daniel”, sostuvo Suárez.

Estados Unidos “es el enemigo (...) no han cambiado, son injerencistas” sostiene Suárez, tras mencionar que las sanciones económicas de Washington han frenado los desembolsos de créditos de organismos multilaterales.

Los manifestantes contra Ortega son un “puchito” (pocos) de gente, que según Suárez representan un 30% de antisandinistas en Nicaragua. En su criterio, pueden protestar pero no alcanzar el poder.

“Lo único que decían (los manifestantes opositores) era que se vaya Daniel, no tenían una raíz popular. ¿Cual es la propuesta social, económica, política que tienen ellos? Solo tienen una obsesión: tumbar al gobierno y no lo van a hacer”, subrayó.

La población de Nicaragua en 1979 era casi la mitad de los 6,2 millones actualmente, aunque se mantiene como la segunda economía más pequeña de América Latina.

Revolución continua 

Algunos críticos considera que el proceso revolucionario finalizó en 1990, cuando una derrota electoral sacó a los sandinistas del gobierno. Pero en opinión de Suárez, con el retorno de Ortega al poder en 2007 “comienza una nueva etapa”.

Destacó que bajo el actual mando de Ortega se ha reducido la pobreza extrema, y el que continúa siendo pobre “recibe una ayuda”.

Datos del Banco Mundial indican que la pobreza en Nicaragua cayó de 48,3% en 2005 a 24,9% en 2016.

El cambio fundamental de la revolución fue la reforma urbana y rural, que entregó tierras y fábricas confiscadas a Somoza y allegados.

El FSLN “no cree en democracia por democracia, ese tipo de cosa que cada uno anda haciendo lo que le da la gana. Por eso América Latina no ha prosperado, es un desorden institucional”, argumentó.

En Nicaragua “ya vimos que una democracia (...) no dejo un país próspero”, durante los 16 años en los que el FSLN estuvo en la oposición, apuntó.

¿Cuál es el problema que todos los órganos del Estado respondan a Ortega? Es mejor, da estabilidad y coherencia al gobierno", aseguró

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