Dos factores fueron determinantes para que un grupo de productores azuayos incursionara en la elaboración de vino artesanal de frutas en el Austro.
Son la variedad de frutas y una excesiva producción de estas que no pueden ser comercializadas con facilidad en la región.
A 40 minutos de la capital azuaya está la comunidad Chicabonite, en el cantón Gualaceo. En el 2003, unos 20 campesinos que tienen cultivos de capulí, manzana, mora y otras variedades formaron una microempresa para elaborar vino.
Según el presidente de la Asociación Chicabonite, Orlando Fernández, primero se agruparon y obtuvieron una personería jurídica. Luego se capacitaron para la fabricación de vinos.
Un grupo de técnicos del Municipio de Gualaceo asesoró cómo manejar la fruta y obtener una pulpa adecuada para el proceso. Luego de esa capacitación se adecuó un espacio para iniciar la producción del vino Chicagüiña.
Magdalena Brito es parte de esa asociación. Según ella, para realizar las primeras pruebas entregaron USD 2 para comprar endulzantes, químicos y envases. En la producción inicial utilizaron tomate de árbol. A los seis meses de fermentación y de hacer las pruebas de color y sabor determinaron que el proceso era correcto.
Ahora, 20 personas se dedican a esa elaboración. Al inicio el proceso era manual desde la selección de la fruta, extracción de la pulpa, fermentación hasta la mezcla de endulzantes y embotellamiento. En el 2008 eso cambió cuando obtuvieron la autorización del Ministerio de Industrias para tener una patente. También recibieron el registro sanitario.
Ese año, el Ministerio de Agricultura entregó USD 34 500 para implementar la microempresa. Con ese dinero compraron silos de acero inoxidable, trituradora, envasadora y un dispositivo para colocar las tapas. Actualmente, producen 600 botellas al mes, que venden en el Austro.
Según la encuesta de manufactura realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la producción de vino artesanal (espumoso) en el país generó USD 5,6 millones en el 2009 y había cuatro microempresas en esa actividad.
En la actualidad, no hay datos estadísticos sobre esta producción artesanal en el país. El presidente de la Asociación de Industriales Licores del Ecuador, Jorge Tálbot, no conoce las cantidades que se producen.
La producción de Chicagüiña no es la única experiencia en el Austro. La Asociación Apizum que agrupa a la familia Zumba-Arichabala funciona en el barrio cuencano de Totoracocha.
Según Naúm Zumba, sus abuelos cosechaban la miel de abeja y la mezclaban con frutas para elaborar el vino Hidromiel. En su adolescencia cuidaba los panales e incursionó en la producción de vino artesanal. Lo elabora con mandarina, fresa, maracuyá…
Su esposa, Gladys Arichabala, cuenta que la tarea se inicia con la cosecha de la miel de abeja, que se realiza entre agosto y septiembre. También seleccionan frutas y extraen la pulpa para la fermentación y agregan levaduras y químicos importados de EE.UU. En seis meses el producto está listo.
Zumba obtuvo un registro sanitario de la Dirección de Salud del Azuay y tramita otro en el Instituto de Higiene Izquieta Pérez y del Ministerio de Industrias. En promedio vende 100 botellas al mes en ferias o en el comisariato de productos alternativos Camari.
Para el ingeniero agrónomo ambateño, Jorge Fabara, la elaboración de vinos artesanales se registra en zonas donde existe una alta producción de frutas como Cevallos y Ambato. Para Fabara, los licores importados han frenado el crecimiento de esta actividad.
Punto de vista
Petronio Encalada Experto
Existen alternativas para financiar los proyectos
La elaboración de vino artesanal mejora la productividad de los fruticultores y, por ende, su economía. Y sobre todo permite que no existan desperdicios de la fruta porque es una actividad en la que se consume toda la producción, puesto que no importa que alguna fruta esté golpeada.
En Azuay hay experiencias de agricultores que se dedican a la fabricación de vino, pero no en cantidades importantes aún. Se destacan iniciativas en Gualaceo. Son productores que tienen sus huertos de frutos y están diversificando con nuevas variedades.
Otra de las experiencias de fabricación de vino artesanal se registra en la zona de Jima (Azuay). Allí elaboran con manzanas, sin embargo su producción no despega. Lo mismo ocurre en otras ciudades del país como Ambato y otros sectores de Tungurahua. Esta situación ocurre porque falta apoyo para la promoción del producto y porque los productores deben realizar una inversión para dedicarse a la fabricación de vino. Entre las alternativas de apoyo está el programa Caders del Ministerio de Agricultura y Ganadería, que cubre el 60% de la inversión de la apertura de la microempresa.
Además, es necesario tener en cuenta que la producción de los vinos de frutas artesanales se diferencia al tener fruta concentrada. Es diferente desde su aroma, su sabor… Hace que su calidad sea única.
Más pormenores
La asociación Apizum también extrae de la miel de abeja para elaborar productos como el polen. También realizan cremas hidratantes con la miel.
Chicabonite producirá vino de manzana y durazno. Sus proveedores estarán en el cantón azuayo de Sígsig. Esta asociación ha invertido USD 85 000.
Chicagüiña vende sus vinos en una caja de madera y sus botellas son alusivas a la Chola Cuencana.