Gabriel Vásquez labora en una finca en El Oro. El obrero muestra una de las piscinas que se vaciaron por la crisis. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
La piscina camaronera de Charles Moreta, en la que invirtió USD
250 000 en febrero pasado, está vacía y agrietada.
En las orillas del gran espacio de tierra, ubicado en el sector de La Guada en la provincia de El Oro, se observa alimentadores de plástico dañados que iban a ser utilizados por el productor para el engorde de camarón. En el lugar también hay canoas en desuso.
Las operaciones en esta piscina se detuvieron. Moreta se quedó sin capital para llenarla de agua, comprar las larvas y adecuar el espacio con plásticos especiales para el cultivo intensivo del crustáceo.
“La pandemia nos arruinó los proyectos de crecer”, dice el productor que tiene cuatro piscinas más en la misma zona.
En La Guada, que queda a cinco minutos del Camal Municipal de Huaquillas y a 15 del centro de la ciudad, se visualizan piscinas de camarón vacías y otras, aunque con agua, no tienen crías del crustáceo.
En Machala y Santa Rosa, otras zonas camaroneras del país, la situación es similar. El sector ha optado por bajar la densidad o dejar de sembrar.
María, una productora de Machala, cuenta que la caída de la demanda en mercados internacionales, especialmente de China, afectó los márgenes del pequeño productor, debido a los precios muy bajos.
La libra de camarón se cotizaba hasta en USD 1,90 durante enero y febrero, pero entre abril y mayo osciló entre USD 1,10 y USD 0,90. Esta situación quebró a los camaroneros.
Segundo Calderón, presidente de la Cámara de Productores de Camarón de El Oro, señala que el 25% de la industria dejó de producir el crustáceo en abril y ese porcentaje se mantiene hasta la fecha. Los que bajaron densidades pasaron de 3 000 y 4 000 libras por hectárea (ha) a 2 500 y 2 000 por ha.
Otra de las decisiones fue reducir a la mitad su nómina.
Con esta baja en la producción, la compra de larvas en los laboratorios también cayó y ocasionó pérdidas en este segmento de la actividad.
La Asociación de Laboratorios de Producción de Larvas de Camarón de la provincia de Santa Elena (Asolap) calcula que 2 500 millones de larvas se perdieron en junio. Para ellos, este fue el mes más crítico.
El gremio reúne al 50 o 60% de estas empresas en el país.
Luis Alvarado, presidente del gremio, explica que este sector no puede dejar de mover su producto hasta las fincas de engorde porque la larva alcanza una talla que no se vuelve apta para ser sembrada y, de esa manera, tener los rendimientos que se esperan.
“Ampliamos el crédito de 60 a 180 días para que las camaroneras acopien las larvas y nosotros no perdamos más”, dijo el titular de Asolap.
El gremio calcula que la inversión que realizan los laboratorios alcanza alrededor de USD 50 000 mensuales.
El camarón registró una caídas de envíos en marzo y abril, se recuperó mayo, pero los siguientes dos meses fueron de bajas consecutivas.
En julio se enviaron 98,3 millones de libras de camarón; es decir, un 20% menos que igual mes del 2019 y hasta 19% por debajo de lo alcanzado en junio de este año.
En este mes se reflejó el impacto de las restricciones que impuso China a las tres principales exportadoras del país.
José Antonio Camposano, presidente de la Cámara Nacional de Acuacultura (CNA), explicó que en mayo pasado las exportaciones de este producto tuvieron un repunte porque China, tras reabrir sus actividades, subió sus inventarios para aprovechar el bajo precio del crustáceo.
Y, con las bodegas llenas, el país asiático decidió disminuir la compra en junio en un 46%.
El desplome de los envíos continuó en julio y agudizó la situación de la industria.
La baja en las exportaciones tuvo un efecto transversal para toda la actividad y su cadena de valor, asegura Camposano.
El camarón, además, perdió este año su liderazgo como el primer producto de exportación no petrolero de Ecuador, que mantenía desde el 2018.
El banano encabezaba hasta julio esos envíos.
“Se han tomado decisiones drásticas y se seguirán haciendo ajustes en toda la cadena para seguir operando”, dijo Camposano. Afirma que las inversiones y la proyección de crecimiento del sector es incierto para lo que resta del 2020.
Actualmente, la industria trabaja con el Gobierno para reforzar los protocolos sanitarios que permitan que los envíos de Ecuador al mundo no se detengan, en especial, hacia el gigante asiático, el principal mercado del crustáceo.
Además, se ha alertado a las autoridades para que se dialogue con la contraparte china y se halle una solución a los controles autónomos que se realizan en las provincias de ese país y que están dañando la imagen del camarón ecuatoriano, pese a que el país probó que cuenta con todos los protocolos de bioseguridad.
El Ministerio de Producción indicó que ha emitido varios protocolos de bioseguridad en la cadena de valor.