Las denuncias por maltratos laborales y condiciones deficientes de salubridad en los proyectos hidroeléctricos llegan nuevamente de la mano de una compañía china.Este es el caso del proyecto hidroeléctrico Toachi-Pilatón, de 254 megavatios de potencia, que se construye entre los kilómetros 60 y 72 de la vía Alóag – Santo Domingo, al suroccidente de Quito.
La obra fue adjudicada en el 2010, sin licitación, a la firma CWE (China Internacional Water & Electric Corp.) por un monto de USD 240 millones.
Con un grupo de 880 trabajadores en el proyecto (630 ecuatorianos y 250 chinos, según datos entregados por CWE), las quejas de los obreros nacionales comenzaron a darse los últimos meses.
Una primera alerta la dio Édgar Castro, gerente de la fiscalizadora Hidrotoapi (empresa pública que también funge como contraparte en el contrato con CWE).
En un oficio enviado el pasado 17 de agosto a CWE en Ecuador, Castro pidió a la empresa china que haga correctivos sobre el alojamiento, alimentación, dotación de ropa de trabajo y equipos de seguridad, transporte y servicios médicos en sus campamentos.
Esta no es la primera denuncia de abuso laboral contra constructoras chinas de hidroeléctricas.
En enero pasado, este Diario informó del reclamo de 15 trabajadores de la empresa china Sinohydro que construye la central Coca-Codo Sinclair sobre temas similares como la mala alimentación, maltratos e insalubridad.
La semana pasada, este rotativo acudió a la zona del Toachi-Pilatón y recogió el testimonio de dos ex trabajadores y dos empleados.
Uno de los denunciantes es Elías Castillo, ingeniero industrial graduado en la Universidad Miguel Hernández de Elche, España. Sostiene que pese a sus conocimientos y experiencia de trabajo en los sectores eléctrico y metalmecánico apenas duró tres días en el proyecto, por reclamar sobre el trato injusto para los obreros.
En su hoja de vida consta haber trabajado en la Refinería de Esmeraldas, campos de Petroamazonas, la central termoeléctrica de Santo Domingo y en el Canal de Panamá. Castillo dice que entró al proyecto con el cargo de asistente de seguridad industrial y un sueldo de USD 350.
“El sueldo era muy bajo (…) pero al estar sin trabajo, acepté”.
En su primer día de labores le llamó la atención que los obreros solo habían recibido un casco y un chaleco como implementos de seguridad. En los proyectos donde había laborado anteriormente también se dotaba de botas con punta de acero, uniformes, gafas de seguridad y mascarillas.
Los obreros del proyecto hidroeléctrico tampoco recibían las tres comidas del día. La empresa constructora proporcionaba el almuerzo y cada uno debía costearse el transporte y la vivienda.
Según Castillo, en la excavación de un túnel, un grupo de obreros tuvo que trabajar 30 horas seguidas, sin tener descanso y sin el registro de horas extras.
Ante estas irregularidades, este ingeniero acudió a los supervisores de Hidrotoapi para hacer el reclamo. Castillo asegura: “La gente de Hidrotoapi le pidió a la CWE que me despida”.
La salida del proyecto se dio en junio pasado y, en agosto, Castillo interpuso una denuncia ante la Inspectoría de Trabajo de Santo Domingo de los Tsáchilas.
Otro trabajador que se siente decepcionado con la contratista es Félix Caizachana, soldador oriundo de Tandapi, de 35 años, quien trabajó siete meses en el Toachi. Debido a la falta de transporte, todos los días debía utilizar su moto para trasladarse desde su casa hasta el frente de trabajo, lo cual le demandaba unos USD 30 al mes, un 8% de su salario.
Caizachana recuerda que los trabajadores se enfermaban del estómago, por el picante en la comida. Además, las duchas de los campamentos no eran cubiertas y que en lugar de inodoros había una sola cuneta con divisiones donde los obreros defecaban.
Debido a la falta de alojamiento en los campamentos, los trabajadores debían alquilar viviendas en poblaciones cercanas como Alluriquín o Tandapi.
“Una vez dormí en el taller porque no había cuartos. Hasta ocho obreros dormían en uno solo”.
En mayo pasado, Caizachana pidió 15 días de paternidad porque su esposa estaba por dar a luz. Informó a la oficina de Recursos Humanos y le dieron permiso, pero volvió al trabajo dos días después porque su hija recién nacida tuvo complicaciones y falleció. “Cuando regresé, mi jefe me dijo que no le informaron de mi salida y me despidió. Cuando se enteró que mi hija falleció me pidió que volviera. Ya no quise”.
En la Inspectoría de Trabajo de Santo Domingo aún no hay respuesta sobre el número de quejas presentadas. Los empleados indicaron que para obtener esa información se necesita el permiso de la Inspectoría de Portoviejo, donde el pedido está en trámite.
En el campamento Sarapullo, en el proyecto Toachi Pilatón, el jefe de Recursos Humanos de CWE, Huang Weimin, dijo que ahora se entregan uniformes completos al personal, además de transporte y comida particular para los ecuatorianos.
En la visita al campamento, este Diario constató que se han instalado baterías sanitarias y que en cada cuarto del campamento no duermen más de cinco obreros. “Aceptamos que anteriormente no estábamos haciendo lo suficiente, pero últimamente hemos mejorado las condiciones de los trabajadores”, dijo Weimin.
Solo un campamento definitivo
Este Diario pidió durante dos días ser recibido por las autoridades de las fiscalizadora del proyecto Toachi-Pilatón, Celec Hidrotoapi, sin una respuesta. Pero al acudir a la obra, un grupo de técnicos que pidió la reserva accedió a responder sobre las denuncias de varios ex trabajadores.
Según los técnicos, desde hace varios meses se exigió por el canal correspondiente a la firma CWE que mejore su política laboral.
Sin embargo, ante la falta de respuesta, el gerente de Hidrotoapi, Édgar Castro, envió una carta a CWE, en agosto pasado, para que se realicen correctivos en cuanto al alojamiento, alimentación y condiciones de salubridad .
Los técnicos indicaron que CWE ha realizado reformas en estos aspectos, pero no es una práctica general. De los siete campamentos que posee, solo el ubicado en la presa Sarapullo está aceptado como definitivo.
En los seis restantes deben implementar mejoras, dijeron los técnicos. Además, deberán instalar un sistema de control biométrico (identificación de huellas digitales) para mejorar la contabilización de horas extras.
La contratista china también deberá aumentar el número de trabajadores ecuatorianos, ya que actualmente este representa el 70% del total, cuando debería llegar al 80% como mínimo.