La compra de electrodomésticos con tarjeta cayó 30%, a agosto. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Enrique Burgos perdió en junio su empleo en un restaurante en Guayaquil y, desde entonces, evita usar sus dos tarjetas de crédito. No quiere que el monto de USD 2 000 que ya adeuda siga creciendo.
Bianca también perdió su empleo en una entidad pública, en julio. Ella tenía una deuda de USD 600 en su tarjeta, que pagó con el dinero de su liquidación. Desde septiembre, ella trata de no usar el plástico.
El uso de tarjetas de crédito se redujo en este año. Entre enero y agosto del 2020, el número de transacciones cayó 27% frente a igual período del 2019 y la facturación se redujo en un 26%, según los últimos datos de la Asociación de Bancos Privados (Asobanca).
Los principales factores de esta evolución son el incremento del desempleo, la reducción de sueldos y el desasosiego que causó la pandemia por el covid-19.
“Ante la incertidumbre que genera la situación actual y una recuperación parcial de las actividades comerciales, las personas priorizan el ahorro sobre la inversión o el gasto”, comentó Julio José Prado, presidente de Asobanca.
Otro síntoma de que los ecuatorianos están siendo más cautos con este medio de pago es que el crecimiento del número de tarjetas nuevas se ralentizó, según Asobanca.
Entre enero y agosto del 2019, se registraron 290 000 tarjetas más que en el mismo período del 2018. Esto contrasta con el 2020, pues entre enero y agosto se registraron solo 53 000 nuevas tarjetas, frente a igual período del 2019.
En la pandemia, los tarjetahabientes que siguieron usando sus tarjetas optaron por diferir más que en el 2019. Las compras a plazo con este medio de pago crecieron un 11%.
En cambio, el pago corriente -cuando el cliente decide pagar su compra al final del período señalado en el estado de cuenta mensual- bajó 40%.
Con la modificación de hábitos en la pandemia también cambiaron los tipos de gastos.
Si se analiza el número de transacciones hasta agosto del 2020, la mayoría corresponde a compras en supermercados, seguido de egresos en salud. En el 2019 fue diferente, pues la mayoría de las transacciones fue en restaurantes, seguida de supermercados.
Enrique cuenta que en los primeros meses de la pandemia tuvo que usar sus tarjetas principalmente para adquirir medicinas y alimentos en el supermercado, porque en su hogar era el único que en ese momento tenía empleo.
Los pagos con tarjeta en restaurantes cayeron en 66% durante los ocho primeros meses de este año, frente a iguales meses del 2019, según datos de la
Superintendencia de Bancos.
La reducción de movilidad también derivó en menos compras de gasolina con tarjeta, las cuales cayeron en 43%.
En el confinamiento, las personas dieron menos prioridad a las compras de ropa y calzado, que cayeron 60%. Se trata de consumos que generalmente iban al pago corriente.
Oriol Ros, director de Desarrollo Corporativo de Latinia, firma que desarrolla software bancario, explica que la tendencia de contracción del crédito se mantendrá en la medida en que las personas no tengan certeza de lo que pasará con la pandemia, “al menos mientras no haya vacuna”, dijo.
Ros cree que es natural que los clientes usen este momento más tarjetas de débito o efectivo, porque permiten más control sobre las finanzas.
David Castellanos, analista económico, explica que los hogares que han continuado usando tarjeta han buscado diferir a más largo plazo y en cuotas más chicas, aunque esto implique gastar más en intereses, para no tener que afrontar pagos fuertes de golpe.
Es probable, acotó, que en noviembre y diciembre los negocios ofrezcan planes de diferimiento a mayor plazo y con más meses de gracia, para incentivar el consumo y no quedarse con inventario.