La negociación de un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE) está marcando los límites del modelo económico del Gobierno.
La enésima reunión que se llevó a cabo durante esta semana en Bruselas (Bélgica), sin resultados, muestra que, pese a la separación de funcionarios opositores a la firma de un TLC con la UE, los temas de fondo siguen sin definición política.
Y esos temas pasan por la apertura económica y el manejo de sectores considerados estratégicos, en los cuales el Gobierno quiere que la competencia sea la menor posible para seguir entregando directamente los grandes proyectos del país a sus socios en China, Rusia, India o Brasil.
No es ningún secreto que la prioridad de los europeos para firmar un acuerdo comercial es que sus empresas puedan competir en los sectores de telecomunicaciones, electricidad, petróleo, transporte, infraestructura, etc., áreas que mueven miles de millones de dólares en compras de equipos, servicios y demás.
Solo en los nuevos proyectos eléctricos para duplicar la oferta energética del país se tiene previsto invertir alrededor de USD 5 000 millones en los próximos cuatro años, mientras que en obras de infraestructura se espera una cifra similar hasta el 2014.
Ese tipo de negocios es el que vuelve atractivo un acuerdo comercial para la UE. Sin embargo, a juzgar por los resultados, el Gobierno ecuatoriano todavía no ha sido claro en definir el grado de apertura en esos sectores. O la oferta que ha presentado a los europeos no causa mayor interés para sellar el acuerdo. El plazo final sigue siendo el 2013.