Se cerró el 2011 con un balance positivo en lo económico: crecimiento entre el 6 y 8%, reducción de la pobreza y cierta mejoría en los indicadores laborales.
El enorme gasto público, producto de los altos precios del petróleo, dio sus frutos el año pasado, permitiendo que la gente consuma más bienes nacionales y extranjeros, aunque eso haya implicado un enorme déficit que al final se cubrió con petróleo.
Ahora, como el modelo funcionó el 2011, no hay razón para que el Régimen cambie de dirección este 2012, un año que estará marcado por la campaña electoral.
Por eso es previsible que el Gobierno destine este año todos los recursos disponibles para conseguir la aprobación de la población en las urnas. El precio del petróleo estará a su favor, pues la tendencia del 2011 parece continuar.
Con un barril que bordea actualmente los USD 100, y una producción petrolera que empezó a crecer, el Régimen tendrá los recursos para seguir invirtiendo en proyectos de infraestructura y sostener el enorme aparato estatal.
El sector privado tendrá otro año para hacer negocios, aunque eso no necesariamente vaya de la mano de mayores inversiones y generación de empleo. La incertidumbre sobre la sostenibilidad del gasto público, debido a la dependencia petrolera, y la falta de acuerdos comerciales de largo plazo, han limitado las inversiones de las empresas.
Por eso el reto del 2012 es crear nuevos mercados para que las empresas locales crezcan de forma sostenida. Si el modelo se basa en el mercado interno no será viable.