Hubiese preferido que los dirigentes de Alianza País sean más directos y digan: necesitamos plata para construir carreteras y es necesario focalizar los subsidios a los combustibles.
Pero se fueron por las ramas con la propuesta fallida de aplicar una tasa al consumo de las gasolinas súper y extra, y solo en la capital del país.
Para algunos fue un globo de ensayo para sondear la opinión de la ciudadanía, pero en realidad se perdió una nueva oportunidad para debatir un tema largamente postergado: la focalización de subsidios.
El Gobierno se tomará un tiempo más para volver a tratar el tema, mientras tanto seguirá despilfarrando los recursos del Estado en subsidios generalizados a la gasolina, gas y diésel, que benefician a la gente de mayores recursos.
Entre el 2007 y junio del presente año el Gobierno importó 111 millones de barriles de naftas de alto octano, diésel y gas. Por esas compras se pagó USD 9 500 millones, es decir, un promedio de USD 86 por cada barril.
Debido a la vigencia de los subsidios, cada barril se vendió en el mercado interno a un precio inferior: USD 36, es decir con una diferencia de USD 50 en contra del Estado.
El costo de mantener subsidios generalizados en los combustibles ha costado al país USD 5 500 millones.
En el plan de gobierno para el período 2007-2011, Alianza País reconoció que en el sector energético existen “subsidios inequitativos (como el que se registra con el gas de uso doméstico)”, pese a ello ya lleva tres años y ocho meses manteniendo el mismo esquema inequitativo.