El pescador artesanal está a la deriva en Esmeraldas

Frente a las costas de Esmeraldas.  Los pescadores  Julio Espinel (Izq.)  y Luis Ortiz recogen una red.

Frente a las costas de Esmeraldas. Los pescadores Julio Espinel (Izq.) y Luis Ortiz recogen una red.

A dos millas del perfil costero de Esmeraldas, en alta mar, se observa a decenas de pesadores.

Las olas chocan con fuerza sus embarcaciones y las hacen tambalear. Los ‘lobos de mar’ están acostumbrados al movimiento. Capturan con destreza camarón, langostino, bagre... Usan espineles (cuerda con anzuelos) y redes.

Sobre las pequeñas embarcaciones de madera y fibra de vidrio, el viento sopla fuerte.

Julio Espinel y Luis Ortiz recogen un trasmallo que estaba a 60 metros de profundidad. Los peces atrapados en sus redes se mueven como queriendo escapar.

Con sus manos desprotegidas tiran la malla y sacan los pescados una y otra vez.

Ellos son parte de los 10 000 pescadores artesanales que hay en Esmeraldas. Es la segunda provincia más importante luego de Manabí, que tiene 17 000. La Subsecretaría de Pesca realizó un censo y presentó los resultados en 2009. Fueron insumos para determinar su realidad social y emprender proyectos.

En Esmeraldas se construyen 60 bodegas para ordenar el comercio del pescado.

Los pescadores aseguran que hace falta intervenir en el control de precios. La libra de bagre se vende en USD 70 y los intermediarios cobran USD 2 al consumidor final. “Nosotros, que estamos arriesgando la vida, somos los que menos recibimos”, comenta el pescador Julio Espinel.

En la denominada pesca de altura, la situación es similar. Por la libra de dorado y picudo los intermediarios pagan USD 2 y 1,60 respectivamente. Pero la venden casi al doble.

El producto de Esmeraldas es llevado a Santo Domingo, Pichincha, y hasta a EE.UU. Lo hacen a través de tres empacadoras en Quito y Manta. Julio Espinel y Luis Ortiz colaboran poco con este tipo de pesca, porque prefieren la artesanal. Bajo un intenso sol recogen sus mallas.

La producción ha bajado porque ha aumentado la temperatura del agua del mar, lo cual hace que los peces busquen aguas profundas. Para llenar dos gavetas de pez sierra y buriques, el mes pasado tardaron mediodía. Ahora requieren un día. Esa cantidad les significa apenas USD 40.

Ninguno de los dos tiene seguridad social. En el cantón Esmeraldas, solo 100 están afiliados al IESS; 436 en la provincia. Pagan USD 26 al año como voluntarios. El Estado no ha impulsado una afiliación masiva.

Cuando Espinel se enferma debe acudir a un médico privado. Los pescadores ganan de acuerdo con lo que producen. Quienes se dedican a la pesca blanca reciben entre USD 10 y 20 diarios, mientras que los que capturan dorado, en temporada alta, de USD 100 a 300 por viaje, según la Cámara de la Pesquería de Esmeraldas.

El 80% del dinero sirve para reparar las embarcaciones o comprar insumos.

La mayoría de pescadores esmeraldeños vive en barrios marginales. “Yo trabajo 30 años y hasta ahora no he podido independizarme”, dice Espinel.

Desde su embarcación observa los terminales petroleros de Balao y OCP. “El olor a petróleo se siente a la distancia. Nos afecta”. El crudo ha hecho que los peces se alejen. Antes podían pescar a una milla de la Costa. Ahora a hasta siete millas. Esto implica un incremento de los gastos en combustible. Por eso piden el aumento del cupo de gasolina artesanal.

El 7 de junio pasado, 300 pescadores protestaron por eso. La Agencia de Regulación de Control Hidrocarburífera informó que Esmeraldas recibe al mes 400 000 galones de gasolina artesanal y que es suficiente. El organismo busca combatir el tráfico de gasolina a Colombia.

Espinel dice que los controles se hacen a los pescadores formales y no a los piratas. “El verdadero pescador está expuesto a la inseguridad”. Las faenas duran entre tres y cinco días. Duermen sobre la embarcación, soportando el frío de la madrugada. “Los delincuentes nos abordan para robar los motores”, señala Ortiz.

El presidente de la Unión Provincial de Cooperativas Pesqueras (Uprocoopes), Ovidio Quiñónez, asegura que no se ha dado hasta ahora la importancia que merece el pescador artesanal. “Somos base de la economía y sustento del país y contradictoriamente pertenecemos a los sectores más olvidados.

La mayoría de pescadores no tiene casa propia. Ha invadido el manglar en las orillas del río Esmeraldas. Ahí están las casas de Espinel y Ortiz. Son hechas de caña guadúa. Para llegar deben cruzar endebles puentes de madera que están por caerse.

Atención médica

Según el IESS de   Esmeraldas, los pescadores artesanales deben recibir atención médica en un centro ubicado en  Tacole, a dos horas y media de Esmeralda. Ellos piden que sea en el Puerto Pesquero y en los pueblos de pescadores.

Uno de los principales  problemas de salud pública  es el consumo excesivo de alcohol. La Cámara de la Pesquería dicta charlas y hace controles para evitar accidentes en alta mar.  

Las enfermedades  más comunes de los pescadores son  afecciones de la piel, insolación y  gastritis. También trastorno del sueño, según la Cámara de la
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