E l oso de peluche vestido con una camiseta del equipo de fútbol Liga Deportiva Universitaria que sacó y asentó en la mesa de la Comisión de lo Económico, su titular Francisco Velasco, no agradó del todo a la ministra coordinadora de la Producción, Nathalie Cely.
La acción del asambleísta se dio justo en uno de los momentos más intensos del debate sobre la reforma tributaria que propone el Gobierno. La seriedad del momento hizo que Cely solo sonriera de medio lado y continuara con su exposición de argumentos. Y sonrió aún menos cuando los legisladores Viviana Bonilla y Juan Carlos Cassinelli mostraron una fotografía del equipo de fútbol Barcelona en el iPad de ella.
La exposición de motivos de por qué aprobar o rechazar el paquete tributario, que se extendió durante cuatro horas, fue muy seria para ambos sectores, a tal punto que Cely se molestó por la descortesía del presidente de la Cámara de Comercio de Pichincha, Blasco Peñaherrera, de abandonar el lugar, tras realizar fuertes denuncias sobre el manejo económico.
Peñaherrera, quien también se contagió del ambiente festivo futbolero de Velasco, al felicitar a este por ser hincha del “Rey de copas”, aseguró que el impacto del paquete recaerá sobre todos los ecuatorianos. “Lo que quiere hacer esta revolución ciudadana es devaluar el dólar y querer limitar las importaciones. Eso pasará al aumentar el Impuesto a la Salida de Divisas, del 2 al 5%”.
Tras reiterar lo que había dicho un día antes, que el Gobierno ha gastado irresponsablemente USD 100 000 millones durante cinco años y que las tasas de crecimiento son pobres, Peñaherrera terminó su exposición y dejó su asiento vacío. Algo que fustigó Cely, quien defendió el modelo del Gobierno, afirmando que hay más producción y aumentos de capital en las empresas.
Pero este no fue el único enfrentamiento entre los sectores público y privado. El principal punto de polémica fue sobre quién pagará los mayores costos como efecto del paquete tributario.
El presidente de la Cámara de Industrias y Producción, Pablo Dávila, fue directo y señaló que el alza del ISD se trasladará al consumidor, con su consecuente encarecimiento de precios de venta.
El asambleísta Ramiro Terán, absorto, volvió a preguntar a Dávila: “Solo dígame, ¿quién va a pagar ese aumento de costos en las empresas?”. A lo que Dávila volvió a repetir que los consumidores, mientras señalaba que el impacto sobre las importaciones totales será de USD 1 000 millones.
Cely, desde su asiento, movía su cabeza de forma negativa y, al momento de rebatir el argumento explicó que si acaso habría un impacto sobre los precios, este sería solamente marginal. “Más incidencia sobre los precios ha tenido el encarecimiento de los precios internacionales de las materias primas, no por la política del Gobierno. La subida del ISD va a impactar marginalmente”.
La Ministra pidió entonces no alarmar sobre el posible impacto en los precios y dijo que se controlará y sancionará la especulación.
Todo ello, mientras asambleístas, empresarios y funcionarios vaciaban los platos de galletas. Era las 13:15, hora del almuerzo.