Páez, un teórico ‘zar antimonopolio’

Temperamental y ortodoxo. Apreciado por su coherencia y austeridad. Temido por sus ideas radicales, ‘El Suco’, como llaman sus amigos a Pedro Páez, siempre estuvo vinculado a la militancia social y el activismo político de izquierda.

En 1982, el hoy superintendente de Control de Poder de Mercado (o Antimonopolios) fue detenido por pintar grafitis en las paredes a favor de la causa palestina, pero a los pocos minutos pudo sortear a las autoridades y no fue a parar en prisión.

En la etapa universitaria lideró la Asociación Nacional de Estudiantes de Ciencias Económicas en la Universidad Católica de Quito. Entonces conoció al actual presidente Rafael Correa, quien lideraba la Federación de Universidades Privadas.

Se casó a los 22 años con la actual ministra Coordinadora de la Política Económica, Jeannette Sánchez, con quien tiene tres hijos (26, 25 y 11 años).

Hoy la pareja está separada y prefiere no comentar sobre su relación. De hecho, Sánchez se excusó de opinar sobre Páez, quien ocupó hace cinco años el mismo cargo de su ex esposa.

Ambos, sin embargo, siguen casados con el plan económico del actual Gobierno y han venido saltando de un cargo a otro, de acuerdo a las circunstancias.

Páez anhelaba ser filósofo, pero su padre, el economista Francisco Páez Molestina, le persuadió. “Ese es un título nobiliario. Cuando te gradúes podrás dedicarte a tus hobbies”.

Siguiendo su consejo optó por la economía, profesión a la cual, según reconoce, le ha ido “agarrando el gusto paulatinamente”.

Páez es un devorador de libros. Un verdadero ‘ratón de biblioteca’ que lee teoría económica, literatura, historia, prosa, poesía... Él mismo se autodefine como un ‘nerd’, no un ‘geek’, como se conoce ahora a los apasionados por el conocimiento y la tecnología, pero un poco más extrovertidos.

Páez, nacido hace 48 años en el popular barrio de San Roque, en Quito, siempre estuvo ligado a la burocracia, una debilidad, según sus críticos, cuando juzgue las prácticas empresariales.

En su primer escalón laboral se dedicaba a tareas administrativas en el Banco Central, hasta que la entonces directora del área técnica, María del Carmen Otañez, lo llevó a su departamento.

Un compañero suyo, Patricio Almeida, hoy dedicado a la consultoría y a la cátedra en la Universidad Central, cuenta que, en cuestiones técnicas, a Páez no le gusta que le contradigan sin argumentos. Se exalta. “Es una persona muy inteligente, aunque tenía un poco de malgenio. Es brillante, pero temperamental. Eso sí, con los amigos, es alegre, lo que diríamos un bonachón”.

La crisis del 99

En el Central, Páez vivió la crisis financiera de 1999, que derivó en la dolarizacion. El 4 de enero del 2000, junto a la entonces gerente general del Central, Virginia Fierro, se opuso a este esquema y propuso la incautación de divisas para salvar al país de la hecatombe que se vivía.

El presidente Jamil Mahuad ignoró estas recomendaciones.

La dolarización ha ocupado buena parte de su tiempo, lo cual se tradujo en una publicación sobre los riesgos y desafíos del nuevo esquema monetario que ya lleva 13 años en el país.

Su posición ideológica lo ha llevado a ocupar distintos cargos públicos, siempre en la línea de confrontación con sectores vinculados al neoliberalismo o al capitalismo ‘in extremis’. Para él, la solución está en crear un sistema desde y para América Latina, que saque a las personas de la pobreza y el subdesarrollo.

De hecho, su mayor proyecto ha sido la creación del Sucre, un sistema de compensanción que funciona como moneda alternativa para intercambios comerciales entre los países de la región.

Por su radicalismo ha pagado un alto precio en este mismo Gobierno. Su oposición a la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea (UE) generó malestar en los grupos más conservadores. Entonces dejó la presidencia del Consejo de Comercio Exterior y, luego, su cargo de Ministro Coordinador de la Política Económica, que coincidía con la Senplades y grupos de la Cancillería, críticos del acuerdo con los europeos.

Las críticas empresariales sobre su 'dogmatismo'

En efecto, este austero funcionario, cuya consigna es “consumir lo justo y cuidar la naturaleza” ha transitado por distintos despachos, en períodos cortos. Según cuenta un ex compañero de trabajo que pidió la reserva, en este periodo también se volvió más radical. “Lo conozco desde el 2004. Tengo dos visiones de él. La una es que es ameno, chistoso y muy buen conversador. Era muy sencillo y tranquilo. Pero desde que fue Ministro, hasta hoy, sus posiciones anticapitaismo se han extremado. Ahora como Superintendente, y teniendo un amplio conocimiento de los grupos económicos, será inflexible”.

Esa misma sensación se amplifica entre los empresarios.

Henry Kronfle, presidente de la Federación de Cámaras de Industrias, señala que el cargo debió ser ocupado por una persona con un perfil mas técnico que ideológico, para darle la mayor objetividad a las decisiones de la Superintendencia. “Esto no es una crítica, pero conocemos que es una persona ideológica y eso es preocupante”.

Coincide Roberto Aspiazu, director del Comité Empresarial Ecuatoriano (CEE), quien explica que Páez no ha dado señales de apertura al sector empresarial. “En momentos en que se necesita fomentar la inversión privada lo indeseable sería que se tome un sesgo represor y las inversiones se vayan por otro lugar”.

Pero Páez minimiza las criticas, aunque cree que la economía ecuatoriana está dominada por los oligopolios. Sostiene que los empresarios deben darse cuenta que la Guerra Fría ya se acabó. “Algunos buscaron bronca, incluso antes de que me posesione. Son los que decían que el Sucre (virtual) iba a reventar la dolarización y que era un atentado a la propiedad privada. Nada pasó.

Por primera vez habrá una defensa de la actividad empresarial frente a la competencia desleal”.

Un amante del fréjol, la música y los libros
 
Lleva la misma pinta desde hace tres décadas. Atrás quedó la rubia cabellera, que le daba más el aspecto de un surfista que el de un  estudiante brillante. Tocaba la guitarra y hasta llegó a formar un grupo en la universidad, con la ahora reconocida cantante Margarita Laso.

Insiste que nos es malgenio, sino que dice las cosas con pasión. Colecciona recuerdos y tiene un gusto obsesivo por los libros de  Eduardo Galeano. Adora los pasillos, la música latinoamericana y a Los Beatles.

Su madre, Ena  Pérez Landázuri, originaria de Tulcán, guarda celosamente en los álbumes familiares las fotos de su hijo.

“Le encanta el fréjol en todas su formas; diría que la comida nacional, en general. Es muy humanitario. Cuando tenía unos seis años, íbamos en un bus totalmente lleno y le cedió el puesto a una señora con una canastota de compras. Eso es lo que más recuerdo de mi hijo”.
 
Uno de los  momentos que más marcó a Pedro Páez Pérez fue la muerte de su amigo Pedro Flores, un nativo de la comunidad de Natabuela, en Imbabura, al que frecuentemente visitaba para escucharlo tocar el bandolín junto a su grupo Los Palomos. “Le tenía un afecto especial”, cuenta un amigo común de ambos Pedros.

La casa de Páez es de clase media, tradicional, con el mismo aspecto conservador que su vestir. No es hincha de equipo alguno, pese a que toda su familia es fanática de  Liga de Quito.  

Los deportes no son su fuerte, y eso que en   el colegio  ganó una medalla  en  atletismo.

Mantiene la avidez por la tertulia y la cátedra. “Cuando suelta la lengua no hay quién lo pare. Es una biblioteca. Aunque a veces había  que pedirle que repitiera  porque no se le entendía,  de lo técnico que podía ser”, recuerda un ex alumno suyo.

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