En el ingreso a la Terminal Terrestre Norte, los usuarios guardan el distanciamiento. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Los letreros que anuncian las medidas sanitarias contrastan con los rótulos de los locales comerciales del centro de Guayaquil. Desde la entrada, advierten a sus clientes sobre el uso obligatorio de mascarillas, alcohol para las manos y la desinfección del calzado. El control de temperatura es un requisito para ingresar.
El protocolo de bioseguridad frente al covid-19 se ha incorporado a la rutina comercial de la ciudad, que ha cobrado fuerza en la última semana. Según datos de la Cámara de Comercio de Guayaquil, 44 000 establecimientos comerciales están operativos. Pablo Arosemena, presidente del gremio, dice que los 15 primeros días en semáforo amarillo han generado USD 1 681 millones en ventas. “No obstante, aún hay una brecha de USD 25 millones diarios, la cual se irá cerrando conforme avancen la reactivación y la recuperación de la economía”, añade.
Desde el lunes 1 de junio hay un mayor movimiento en las calles. El Comité de Operaciones de Emergencia (COE) local anunció que el número de contagios y muertes por coronavirus sigue decreciendo, por lo que flexibilizó algunas medidas de circulación.
Ayer volvieron a operar 16 cooperativas de transporte intraprovincial desde las dos terminales terrestres de Guayaquil. Sus rutas conectan con 12 cantones del Guayas, con semáforos en amarillo y verde.
La Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) aumentó 20 nuevos recorridos de buses urbanos, para evitar que los usuarios que acuden a sus trabajos se aglomeren en las unidades. Parte de estas cooperativas volvió a ingresar a los andenes de la estación de la Terminal Terrestre, en la avenida Benjamín Rosales.
En la avenida 9 de Octubre, locales comerciales están totalmente abiertos al público. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El ajetreo ha vuelto a otras zonas, como la comercial avenida 9 de Octubre. A los restaurantes, que casi no dejaron de atender, se sumaron en esta semana las ventas de electrodomésticos, artículos para el hogar, calzado, ropa, papelerías y tecnología.
Aunque hay mayor movimiento en las calles, Arosemena indica que los establecimientos comerciales no están operativos al 100%. Y no solo por las disposiciones de aforo del 30% en amarillo, sino también por “una demanda doméstica contraída”.
Para Larry Yumibanda esa es una de las secuelas de la pandemia. El vocero de la iniciativa Círculo de Economía de Guayaquil explica que los despidos y la disminución de los salarios, debido a la emergencia sanitaria, se reflejan en una baja demanda, que debe ser monitoreada para seguir el pulso de la recuperación comercial del cantón.
“Los negocios se están reabriendo pero hay poca gente que consume. Eso se va a traducir en que, al cabo de una semana, ciertos negocios podrían volver a cerrar, ya no por el virus sino por la disminución del consumo”. Los más afectados, según Yumibanda, serán los pequeños comercios.
Por ello sugiere que los planes de apoyo económico, a través de créditos con facilidades de pago, se ejecuten lo antes posible para evitar que los negocios cierren. La otra opción es acelerar el cambio en el semáforo sanitario. “Al ver que hay poca liquidez se va a entrar a verde, porque el impacto puede ser peor”, dice.
En la Bahía, corazón comercial de Guayaquil, la actividad se mantiene en un 50%. Por disposición municipal, la mitad de sus 4 300 módulos ubicados en la vía pública atiende por día, abriendo de manera alternada, para reducir el riesgo de contagios.
Ángel Bazurto dirige la Federación de Comerciantes Minoristas de la Bahía y dice que en estos 15 días han empezado de cero, algunos buscando préstamos. “El comercio aún no despunta. Algunos locales pueden vender USD 200 y otros nada; al menos nos conformamos con sacar para pagar las deudas”, señala.
Desde febrero, Guayaquil registra 9 828 casos confirmados de covid-19, según el reporte del Ministerio de Salud (MSP). El último muestreo con 1 600 pruebas rápidas del Cabildo detectó un 27% de casos positivos y 73% negativos: una disminución de los contagios comunitarios.
Esa reducción se relaciona con las medidas de bioseguridad, que son esenciales para la reactivación. El centro comercial Policentro, en el norte, mantiene estos controles en el ingreso y en sus locales desde el 20 de mayo, cuando el cantón pasó a semáforo amarillo.
Mariella Pesantes, jefa de Marketing, dice que en las primeras semanas el flujo de clientes bajaba a partir de las 16:00, pero ha aumentado. “Nuestro tráfico por día, en época normal, llegaba a 25 000 personas; ahora estamos en un 50% de clientes; de las 155 tiendas un 95% está abierto”.
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