Moreno: Latinoamérica sí puede crecer a tasas sostenidas del 5% o más

Luis Alberto Moreno

Luis Alberto Moreno

Ayer en la mañana, en una rápida sesión que tuvo lugar en la sede del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington, el colombiano Luis Alberto Moreno fue designado por aclamación para desempeñar un nuevo periodo de cinco años al frente de la entidad multilateral. Nacido en 1953, el ex ministro y ex embajador ante la Casa Blanca ha estado al frente de una institución que viene de recibir el aumento de capital más grande en sus 51 años de historia: USD 70 000 millones.

¿Cómo recibe su elección?

Como un voto de confianza que me honra, pero también como un compromiso, consistente en hacer de este Banco una entidad que le sirva más y en mejor forma a los países del Hemisferio.

¿Eso qué quiere decir?Que tenemos la obligación de prestar un volumen creciente de recursos, cercano a los 12.000 millones de dólares al año, con lo cual seguiremos siendo la principal fuente de recursos multilaterales de la región. Todo con el propósito de colaborar en forma sustancial para que América Latina y el Caribe progresen y logren sacar de la pobreza a los 190 millones de personas que todavía viven con menos del equivalente de dos dólares al día.

¿Y es posible?

Sin duda. En lo que va de este siglo, y a pesar del coletazo de la crisis internacional que todavía no ha pasado del todo, logramos disminuir el número de pobres en más de 40 millones de latinoamericanos y caribeños. Ahora lo veo todavía más factible.

 

¿Por qué?

Porque estoy convencido de que esta que acaba de comenzar es la década de la región. No solo nos pudimos recuperar con rapidez este año, sino que todo está planteado para que podamos aprovechar las nuevas corrientes globales. Crecer a tasas sostenidas del 5 por ciento anual o más es totalmente posible.

Eso suena muy optimista…

No lo es si sabemos hacer las cosas bien. Y la crisis pasada de verdad demostró que hemos aprendido. No tuvimos ningún banco importante en problemas, ni dificultades para honrar la deuda externa. Además buena parte de los países de la región tuvieron cómo hacer política contracíclica. El hecho de que el desempleo haya aumentado de manera marginal es muy satisfactorio.

¿Y no hay problemas?

Muchísimos. Está el de la pobreza que ya mencioné. Pero también el de la desigualdad, pues somos la zona más inequitativa del planeta, lo cual es moral y económicamente injustificable. Además, tenemos atrasos serios en infraestructura, líos de competitividad o falta de una debida calidad en la educación, para solo citar algunos. Aparte de eso, tenemos todavía instituciones débiles y hay episodios de corrupción inaceptables, como también un deterioro de la seguridad ciudadana. Como si fuera poco no hemos entendido del todo el tamaño del desafío que acompaña el calentamiento global, para el cual no estamos preparados.

¿Qué se debe hacer?

Redoblar los esfuerzos, porque perder la oportunidad que se nos presenta sería imperdonable. Tradicionalmente, en la región hemos sido muy hábiles para echarles a otros la culpa de nuestras desgracias. Ahora que se demuestra que algunos de los países que nos integran se encaminan a niveles altos de ingreso es claro que esa excusa es cada vez menos válida.

¿Cuál es la oportunidad?

La que se les presenta a las economías emergentes que ahora van por un carril de crecimiento mucho más rápido que las tradicionalmente ricas. Eso quiere decir que debemos entender que el motor del mundo está en Asia, pero también en Latinoamérica y en el África. No solo por cuenta del aumento de la población, sino sobre todo por el mayor ingreso por habitante, el mundo va a demandar más comida, más productos básicos y más manufacturas y nosotros tenemos como proveer todo eso. Además, tenemos que integrarnos más.

¿Y qué papel juega el Banco en la ecuación?

La cartera de préstamos que ofrece y su rol en la identificación de tendencias y la promoción de mejores prácticas. El aumento de capital que tuvimos nos llevó a 170.000 millones de dólares, pero eso implica una serie de reformas profundas y la adopción de marcos mucho más estrictos para ser efectivos en nuestra labor. Le vamos a dar más apoyo a las naciones más pobres, como también al sector privado que genera nueve de cada diez empleos en la región.

No le han faltado las críticas…

Todas son bienvenidas y siempre estaremos abiertos al debate sobre nuestra gestión. Por eso es que el apoyo unánime que hemos recibido no es un motivo para la complacencia, sino un aliciente para mejorar. Pero creo que cada vez somos más eficientes y que hay un grado mucho mayor de transparencia en lo que hacemos.

¿Qué viene?

Seguir el proceso de modernización. Así como América Latina y el Caribe no son los mismos de antes, el Banco tampoco. Así como la región será muy diferente al final de esta década, a pesar de no haber resuelto todos sus problemas, el Banco también.

¿Qué reto destaca?

Muchos, como los que ya mencioné. Pero es claro que tenemos un compromiso inmenso con Haití, para asegurar que la reconstrucción se haga bien y que las profundas heridas que dejó el terremoto se cierren en parte, al lograr colocar las bases de un verdadero desarrollo sostenible, para lo cual estamos aportando casi 2.500 millones de dólares a lo largo de 10 años.

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