La imagen del banquero quedó profundamente debilitada luego de la crisis financiera de1999.
Han transcurrido 13 años desde ese lamentable capítulo de la historia y aún las cicatrices en la gente no se cierran e, incluso, vuelven a sangrar, una que otra vez, sea cuando se anuncia que las utilidades de la banca han aumentado (el año pasado los 26 bancos ganaron USD 300 millones) o, sea cuando hay cambios en las normativas financieras que recortan beneficios al sector.
Desde la piel de los banqueros, el sentimiento de injusticia sobre lo que los ciudadanos piensan acerca de su labor es un común denominador en las altas esferas dirigenciales. El representante de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ABPE), César Robalino, defiende el trabajo de su gremio al considerarlo como cualquier otra actividad. “Hay sectores que ganaron muchísimo más el año pasado, como el de bebidas y alimentos. Todos ganamos porque la economía está bien”.
Y pese a que la antipatía contra la banca aún se percibe en las calles, las cifras parecen decir lo contrario. Desde el 2000 hasta el 2011 el nivel de depósitos a la vista de las personas creció 513%, al pasar de USD 2 177 millones, en el 2000, a USD 13 359 millones en el 2011. Mientras la cartera de créditos pasó de USD 3 548 millones a USD 12 869 millones en el mismo período analizado.
El director del Banco Pichincha, Fidel Esteban Egas, reconoce que la imagen del banquero se ha visto afectada y es continuamente criticada. El ejecutivo asegura que la crisis de 1999 dejó muchas secuelas y desconfianza de la gente hacia esta actividad.
“No es que el banquero sea el ejecutivo mejor visto en el Ecuador, sin embargo, desde nuestro banco realizamos muchos proyectos de desarrollo social y productivo que son reconocidos afuera del país. Somos buenos haciendo las cosas por la sociedad, pero lamentablemente somos malos en darlas a conocer”.
El Banco Pichincha cumplió 106 años de vida el pasado miércoles, en medio de un recambio generacional que ha tenido que enfrentar una fuerte embestida estatal en los últimos años.
La aprobación de la Ley Antimonopolio y de la pregunta de la consulta popular que prohibe a los directivos de un banco tener otros negocios, el año pasado, provocó la renuncia de tres de los miembros más antiguos del Directorio, debido a que prefirieron seguir al frente de sus propias empresas y dar un paso al costado.
Pero, esa situación más bien ha apuntalado el relevo de jóvenes ejecutivos dentro del banco. Actualmente, el ‘staff’ directivo tiene 10 años de experiencia y, a medida que disminuyen los mandos, el promedio es menor.
Además, a principios de año hubo movimientos internos y ahora jóvenes ejecutivos de 35 años ocupan cargos de alta responsabilidad. De allí que el promedio de edad del recurso humano del banco sea de 40 años.
La familia Egas es actualmente la mayor accionista, aunque existen cientos adicionales, que ven el futuro del banco más allá de los límites nacionales para los próximos años. La razón, según explica Egas, es que en el mercado local ya no hay tanto margen para crecer más, aunque continuarán manteniendo fuerte su presencia.
Por eso, ahora la nueva generación apunta a mercados internacionales. Actualmente, en Colombia ya funciona como banco. En Perú también mantiene operaciones, al igual que en España y en Estados Unidos. Los próximos pasos serán abrir una oficina en Italia, otra en China y una más en otro país de la Comunidad Andina, que todavía está por definirse.
“El futuro del sistema financiero siempre ha sido complejo, oscuro de determinar. No es una actividad en la que mucha gente quiera involucrarse. Los que estamos aquí somos los que hemos estado por varias generaciones. Pero por todo lo que hemos creído en el país, logramos saltar, tras la crisis financiera, de ser el quinto banco a ser el primero ”, concluye Egas.
Actualmente, el Pichincha es la mayor entidad financiera del Ecuador, con activos de USD 6 757 millones, a diciembre del 2011, equivalentes al 28% del sistema financiero. Cuenta con 487 oficinas y puntos de atención, 721 cajeros automáticos y 802 autoservicios distribuidos en todas las provincias del país.
Además, su cartera de microcrédito ha aumentado hasta ubicarse en el 15% del total de dinero de préstamos que otorga, con montos que van desde los USD 500 para el desarrollo de actividades productivas de los clientes.
Los momentos más críticos para el banco
10 de agosto de 1982. La flamante matriz del banco, ubicada frente al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), en el centro de Quito, se incendia. Apenas pocas semanas habían tenido los empleados en las nuevas oficinas, luego de haberse cambiado desde la antigua matriz en el Centro Histórico.
En 1991, Fidel Egas Grijalva, junto con la familia Acosta, se convierten en los socios mayoritarios del Banco Pichincha. Al año siguiente, Egas se convirtió en el líder del Grupo Pichincha, que también incluía a la tarjeta de crédito Diners y empezaba a hacerse de otros negocios en medios de comunicación.
En 1999, estalla la crisis financiera. Los bancos empezaron a cerrar. El Pichincha logra sortear la situación, según sus ejecutivos, debido a la alta disponibilidad cambiaria que mantenía en el extranjero. Además, decidió aplicar la estrategia de comprar cartera vencida de instituciones como el Popular, además de adquirir el ABN Bank.
En el 2004, una serie de rumores sobre el supuesto mal estado de las finanzas del banco lo ponen contra las cuerdas. Los clientes temen que la pesadilla de 1999 se repita. El Pichincha tuvo que realizar un fuerte trabajo para renovar la confianza de los clientes y resarcir su reputación en el mercado.
Actualmente, las regulaciones que el Régimen ha impuesto sobre el sistema financiero son una preocupación para los banqueros. Entre otras cosas, no pueden tener negocios ajenos a la banca. Por esa razón, deben vender las casas de valores, las administradoras de fondos, sus aseguradoras y los medios de comunicación
Punto de vista
Rodrigo Sánchez. Contralor del Directorio del Banco. ‘Las mujeres han ganado terreno a lo largo de los últimos 50 años’
Ingresé a trabajar en 1963 como ayudante de ventanilla. Lo que más me ha llamado la atención en todo mi recorrido por el banco ha sido el cambio de tendencia en el género de los trabajadores. Cuando ingresé era un banco machista, por así decirlo. Había solo siete mujeres, de 219 empleados, en Quito. Entre las mujeres, incluso, trabajaba Anita Velasco Ibarra, hermana del ex Presidente. Era ayudante general en el archivo. Era muy austera y todo su sueldo lo daba a la escuelita Patria. Ahora el balance es tal, que en El Oro, por ejemplo, solo el guardia es hombre. A la fecha, las mujeres forman el 64% de más de 7 000 empleados.
Maria Elena Dávalos, Gerenta de Negocios Quito. ‘La crisis de 1999 fue un impacto de doble vida que sí me marcó’
Me invitaron para formar parte de un proceso de selección para gerenta de una agencia y fue así que ingresé a esta institución. Desde entonces han pasado 16 años que han sido inmensamente importantes en mi vida. La crisis financiera que vivió el país en 1999 me impactó en dos aspectos: el vivirla siendo parte de una institución que fue el puntal del proceso de sostenimiento del sistema financiero y, al mismo tiempo, la tristeza por el ‘shock’ que tuvo en las familias ecuatorianas y en la economía. Pese a ello, estos años me han permitido compartir con profesionales de primera, hacer amigos y sobre todo apoyar el desarrollo de las familias.