Los pragmáticos del Gobierno aparecieron esta semana para aprobar la eliminación de subsidios a los grandes consumidores de energía eléctrica.
Convencidos de que los ricos no tienen derecho a recibir este beneficio -se dieron cuenta a los cuatro años y medio-, los pragmáticos aplicaron mano dura y subieron hasta en 300% las planillas de luz para los que calientan las piscinas con energía subsidiada.
Con esta decisión, este grupo de abonados pagará un impuesto al consumo de electricidad, mientras el resto de ciudadanos seguirá recibiendo un subsidio, el cual existe porque el Estado produce energía a USD 0,15 el kilovatio-hora y la vende a 0,09.
Y como el Estado ha sido ineficiente en producir energía eléctrica, por comprar termoeléctricas caras, los costos se han incrementado.
A los cuatro años y medio de mantener subsidios generalizados en el sector eléctrico, el Gobierno decidió quitar el subsidio eléctrico a un grupo de abonados ricos y ahorrarse USD 57 millones al año.
Si el Régimen es coherente con este discurso debiera focalizar el subsidio al gas de uso doméstico, que también es utilizado para calentar las piscinas de los más ricos.
Esta medida es más rentable que la eléctrica y pudiera generar USD 300 millones anuales. Y si el Gobierno hace un esfuerzo en gastar menos no tendría que recurrir a una polémica reforma tributaria.
Bastaría con gastar menos en propaganda, en autos oficiales, en subsidiar a El Telégrafo, en contratar tanto asesor y en viáticos para los que aplauden cada sábado.