La tarde de ayer, cerca de 60 personas, entre padres de familia y estudiantes, marcharon desde el Colegio Mejía hasta la Plaza Grande en respaldo al estudiante Édison Cosíos.
La marcha estuvo planificada para las 13:00, pero pudo salir recién a las 14:00 con menos apoyo del que la familia Cosíos esperaba. Así lo indicó Vilma Pineda, madre del chico de 17 años, quien está internado en la sala de terapia intensiva del Hospital de los Valles. Él recibió el impacto de una bomba lacrimógena en la cabeza el 15 de septiembre.
Pineda argumentó que el escaso respaldo se debió a “un boicot” del rector del colegio, Jorge Andrade, quien supuestamente mandó a los estudiantes a las 10:00 a sus domicilios. “Les amenazó que si aparecían en protestas o generaban desmanes, los expulsaría o les restaba cinco puntos en conducta”, aseguró.
Al respecto, Andrade dijo: “Los estudiantes nunca salieron antes de cumplir su hora de clases (hasta las 13:00). Hablan en contra de mi prestigio y dignidad porque no pretendo ceder ante la presión de ningún partido político”. También desmintió que haya amenazado a los alumnos del colegio si marchaban o protestaban.
Luego de caminar cerca de una hora, los manifestantes llegaron hasta el Palacio de Gobierno, en donde los recibió Mario Lateme, asesor del presidente de la República, Rafael Correa.
Allí, Vilma, quien encabezó la marcha, entregó una carta en la cual se solicitó la pronta solución judicial sobre el caso de su hijo y la atención de especialistas de otros países para atenderlo.
Édison permanece sin reacción neurológica, luego del impacto de la bomba lacrimógena en su cabeza. Por ello, su familia envió su ficha médica a médicos de Cuba. Anoche, la madre del chico tenía previsto enviar también la documentación a Italia.
Hernán Salazar, el policía que supuestamente disparó la bomba, está en libertad. Él fue apresado en Perú, pero finalmente no se dictaron medidas cautelares.