Cremoso, de sabor entre dulce y salado y de aroma penetrante. Así es el maní, uno de los granos autóctonos de América del Sur.
Fue y es considerado en la gastronomía como uno de los elementos indispensables para la preparación de los platos especialmente en los pueblos ubicados frente al mar.
La cosecha de este grano de ciclo corto empezó en agosto y los remanentes se siguen recogiendo. En el país, las plantaciones están ubicadas, principalmente, en cinco cantones de Manabí y también en la provincia de Loja.
El maní es una oleaginosa, cuyo cultivo es milenario en los pueblos del sur del continente americano. “Hay vestigios en urnas fúnebres en Perú, donde los arqueólogos encontraron vainas de este grano e incluso réplicas trabajadas en oro”, comenta Heriberto Mendoza, técnico de la estación del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias en Portoviejo.
Las plantaciones se concentran en los cantones Portoviejo, Tosagua, Chone, 24 de Mayo y parte de Rocafuerte. Según Mendoza en el país se siembran cada año 20 000 hectáreas: 9 000 están en Manabí, 7 500 en Loja y el resto en varios sectores del país, especialmente donde han emigrado agricultores manabitas.
En Manabí se siembra en la parroquia Calderón, en el noreste de Portoviejo. Ahí se concentra el 40% de los cultivos manabitas; además hay en Tosagua, 24 de Mayo, Chone y en otros cantones.
El maní es un grano de ciclo corto. Su proceso de crecimiento hasta su recolección es de entre 90 y 130 días desde su siembra. Puede sembrarse hasta tres veces al año. Una se hace a la entrada del invierno entre diciembre y enero, también en verano en abril y además en julio.
Las tierras cercanas a los ríos Carrizal, Chico y Portoviejo, alimentados por las represas La Esperanza, en el norte; y Poza Honda, en el centro sur de la provincia, son los sitios de mayor concentración de esta oleaginosa
Hay cuatro especies de maní: Iniap 380, Charapotó o criollo, Caramelo o 382 y el Rosita o 381. En Manabí se cultivan las cuatro. Mendoza señala que hay un programa de semillas certificadas de maní y son los agricultores los que crean sus propias semillas.
Es resistente a la sequía o las lluvias, con excepción de las inundaciones. Cada hectárea produce entre 50 y 60 quintales.
En la actualidad el saco de 100 libras de maní en grano cuesta USD 120.
Se puede guardar una vez seco hasta un año en cáscara.
En el cantón Portoviejo, además de concentrar la mayor producción del grano de Manabí, también están asentadas 30 microempresas de procesamiento. Ahí lo secan, le quitan la cáscara, lo tuestan, muelen y le dan valor agregado hasta convertirlo en crema de maní, salprieta, maní quebrado o simplemente se lo vende en grano.
El maní de Manabí es más utilizado para la gastronomía y el de Loja para la confitería.
El consumo regular de maní ayuda a prevenir enfermedades cardíacas: también ayuda a bajar de peso ya que proporciona sensación de saciedad y altas dosis de energía. Por su alto contenido de fibra, el maní permite captar y eliminar el exceso de colesterol y sustancias tóxicas del organismo.
Sin embargo, el consumo de maní tiene contraindicaciones para las personas que sufren de colon irritable o algún tipo de inflación intestinal.