A la espera de una camioneta o un transeúnte que los contrate, tres hombres que ofrecen los servicios de albañilería y plomería se entretienen jugando cartas en la intersección de la Granados y 6 de Diciembre. De vez en cuando, se fijan en los malabares que practican dos jóvenes al cruzar la calle.
Los segundos que demora la luz roja del semáforo son suficientes para lanzar cuatro clavas —objetos similares a un pino de bolos invertido— y recoger unos cuantos centavos de los conductores.
Una cuadra hacia el sur, alista su presentación Breno Siqueira, un joven brasileño oriundo de la ciudad de Belem do Pará, del estado Amazonas.
Con una chaqueta a rayas verdes, amarillas y rojas se sube -en tres tiempos- a un monociclo de 1,80 metros de altura cuando se detiene el tráfico.
En 30 segundos que dura el semáforo en rojo mantiene el equilibrio en el monociclo, lanza las clavas y hace cascaritas con una pequeña pelota roja.
Cuenta que el Ecuador, donde ha permanecido durante cuatro meses, es un país relativamente barato en comparación con Brasil, sobre todo en cuanto a comida y transporte. Para ahorrar dinero comparte un departamento en el sector de La Mariscal con cuatro amigos. En cada comida gasta entre USD 1 y USD 1,50.
No revela claramente cuánto gana en el día. “Uno saca lo quiere, según cuánto trabaje”, dice en un castellano poco claro que aprendió en la calle durante sus viajes por Bolivia y Perú, desde el 2006.
Con un promedio de 15 actos por hora, y una recaudación de USD 0,10 por acto, un artista de circo de la calle puede ganar un promedio de USD 12 diarios, trabajando 8 horas al día.
Pero el ingreso puede ser mayor, explica Mario Sánchez, joven de 23 años, natural de la ciudad de Coquimbo, en el norte de Chile.
Indica que ha logrado ingresos por hasta USD 30 diarios en buenos días. Él trabaja con tres tipos de “juguetes”. El primero es el ‘contact ball’, una esfera de acrílico de unos 10 centímetros de diámetro que hace girar con sus manos y traslada por sus hombros.
También utiliza el ‘buggen’, un conjunto de dos varas de metal cromado en forma de S, que al moverlas al mismo tiempo producen un llamativo efecto visual.
Este juguete lo fabrica él mismo y también lo vende.
“Lo que hago es promocionar mi producto. De repente hay una gente que le gusta y te contrata para una fiesta de cumpleaños”.
Para Sánchez, la oferta de trabajo para malabaristas es amplia y la competencia es justa.
Cuando otro malabarista llega primero a una esquina, participan por turnos, y si quieren recaudar más dinero tienen que mejorar su presentación.
Este grupo de ‘cuentapropistas’ puede clasificarse en dos tipos de categorías, explica el director del INEC, Byron Villacís. Por un lado, se encuentran dentro del grupo de ocupados bajo la categoría de “informales” porque no llevan registros contables ni declaran impuestos. Pero también podrían entrar en la categoría de subempleados, si buscarían mayores ingresos o cambiarse de trabajo.
Para Elizabeth, joven argentina de 31 años, natural de la ciudad de La Plata , lo que más le gusta del trabajo visual que realiza con dos telas en las esquinas es la libertad de disponer del tiempo a su manera y poder viajar por América. “He vivido de esto desde los 18 años, sin problemas”.
[[OBJECT]]
Punto de vista
Marco Valencia/ Catedrático
‘Ha bajado la oferta laboral’
El principal factor por el cual son altos los niveles de subempleo y de ocupados en el sector informal es la reducción de la productividad y las inversiones entre las industrias y las empresas. Cuando las personas no tienen acceso a un empleo, solo les queda la informalidad o migrar.
Si no se incrementan las ventas desde empresas y las industrias, los desempleados ven reducida la oferta laboral y se da un proceso de empobrecimiento.
El paso al nivel informal implica como consecuencia también un deterioro a nivel salarial.
La falta de trabajo formal también puede ser un factor para la proliferación de actividades al margen de la ley que agraven la situación de inseguridad que vive el país. Hay que hacer una lectura profunda de las cifras oficiales (6,4% de la PEA urbana a junio del 2011, según el INEC) y confrontarlas con la realidad del país, donde la sociedad se desenvuelve en situaciones complicadas para generar ingresos.