Un lento cambio de la matriz energética

El giro de 180 grados en la matriz energética del país tendrá que esperar, por lo menos, hasta el 2016.

Aunque el Gobierno ha sostenido a lo largo de los cinco años que el uso de energías limpias y más baratas es una realidad, esta todavía sigue en construcción.

Lo anterior se evidencia tanto en la producción de energía como en la puesta en marcha de nuevas centrales de generación.

En los últimos cinco años, el Régimen ha instalado 600 megavatios (MW) de potencia en termoeléctricas, equivalente a más de la mitad de la central Paute, pero quemando combustibles fósiles.

Estas centrales se han instalado en Machala, Quevedo, Santa Elena, Jaramijó (Manabí), Jivino (Orellana ) y Machala.

El cambio que ha realizado el Régimen está en combustible utilizado. Ahora se quema menos diésel, que es importado y con subsidio, y más residuo de petróleo y gas natural, que se producen en las refinerías nacionales y en campos operados por el Estado.

Para este año, el consumo de diésel en las centrales termoeléctricas se reducirá de 97,8 millones de galones (2011), a menos de 10 millones, según el Cenace y el Ministerio de Electricidad.

En los primeros tres años del Régimen, sin embargo, la falta de planificación derivó en apagones y en la instalación de centrales termoeléctricas que usan diésel.

Para este año, la meta del Régimen está conseguir que el 64% de la energía producida sea hidroeléctrica y que con ello se desplace a las termoeléctricas al 33%.

Pero eso no implica un cambio radical respecto a años pasados, ya que en el 2007 y el 2008, se produjo energía en proporciones similares (ver infografía).

Adicionalmente, el mayor incremento de producción de energía hidroeléctrica se debió al ingreso, en el 2010, de la represa de Mazar que —aunque no es una central de gran potencia— cuadruplicó la capacidad de reserva de agua del embalse de Paute.

Además de Mazar, un proyecto que empezó en la administración del ex presidente Lucio Gutiérrez, en el actual Gobierno no se ha incorporado potencia hidroeléctrica o de energías renovables, con excepción de Ocaña, una central pequeña que arrancó con retraso y en menos de un mes tuvo que paralizarse por daños.

En la agenda oficial se encuentran ocho proyectos hidroeléctricos por alrededor de 2 700 MW de potencia, que aumentará en un 72% la capacidad instalada de generación del país, en energía más limpia y de menor costo.

La lista lo encabeza el Coca-Codo Sinclair (1 500 MW), seguido de Sopladora (500 MW), Minas San Francisco (270 MW), Toachi Pilatón (254 MW), Quijos (50 MW), Delsintanisagua (100 MW), Manduriacu (65 MW), y lo cierra el Mazar Dudas (21 MW).

Pero la nueva potencia será una realidad desde enero del 2014 con la entrada de proyectos pequeños. Las centrales más grandes ingresarán entre el 2015 y el 2016 -si no hay retrasos- y es en esos años cuando el consumo de combustibles fósiles caerá .

¿Todo este proceso debió llevar menos tiempo? El consultor Ricardo Buitrón cree que sí, pero eso demandaba de planificación. El proceso precontractual debía realizarse técnicamente y ampararse en normas de contratación pública; no bajo procesos de excepción como se dio en los casos del Coca-Codo o el Toachi-Pilatón.

La justificación del Gobierno de acelerar la entrada en operación de varios proyectos hidroeléctricos, aplicando procesos de excepción, ha sido la causa de los atrasos en su ejecución, indicó.