Luego del viaje a Corea del Sur, las autoridades nacionales debieron preguntarse si el ‘milagro asiático’ podrá replicarse en Ecuador.
En la década de los sesenta, Corea del Sur decidió apostar a la tecnología y a los productos con valor agregado para alcanzar el desarrollo. Invirtió en educación, salud e infraestructura. Y atrajo inversión extranjera a sectores estratégicos para lograr una transferencia de tecnología, etc.
Esas acciones no suenan muy distantes de los objetivos que plantea el Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno ecuatoriano. Ahí también se busca un cambio en la matriz productiva del país, con miras a ofrecer productos con valor agregado, desarrollar la biotecnología, el ‘software’ y convertir al país en una potencia exportadora de servicios en los próximos 25 años.
Si bien los objetivos de Ecuador y de Corea del Sur se parecen, los mecanismos para alcanzarlos pudieran llevar a resultados diferentes.
Aunque es poco tiempo para exigir resultados en términos del desarrollo, pues a Corea del Sur le tomó cerca de 50 años ubicarse en la élite de las economías desarrolladas, al cabo de tres años y ocho meses del actual Gobierno ya se debieran tener indicios para conocer si el país está construyendo bases sólidas.
Esas bases aún requieren acciones para ser sólidas, pues la inversión privada -nacional o extranjera- no está acompañando al Plan del Gobierno. La estabilidad jurídica y económica aún no pasa del discurso y los consensos internos no se han construido para creer que el Plan es nacional y no solo de Gobierno.