Los contribuyentes llevan más de dos meses pagando un mayor impuesto cuando sacan sus recursos del país, pero eso no ha frenado sus compras en el exterior.
La elevada liquidez en la economía ecuatoriana, así como la limitada oferta de productos nacionales, mantiene las importaciones al alza, algo que era previsible cuando se aprobó el aumento del Impuesto a la Salida de Divisas (ISD), sin ningún debate.
Este tributo, cuya tasa pasó del 2 al 5%, comenzó a aplicarse de lleno en diciembre pasado, disparando las recaudaciones a USD 65 millones, un 94% respecto al mismo mes del año previo.
Y en enero del presente año, solo en la regional norte del Servicio de Rentas Internas (SRI), la recaudación por el mismo impuesto llegó a USD 64 millones, más del doble respecto a un año atrás.
Si el objetivo del Régimen era frenar la salida de recursos del país, como lo fue cuando se creó este impuesto en el 2007, los resultados muestran que se ha equivocado por quinto año consecutivo.
Lo anterior evidencia que el objetivo del Gobierno nunca fue evitar que salgan las divisas del país, sino obtener más recursos de los ciudadanos, de cualquier forma para financiar un aparato estatal cada vez más pesado y costoso.
En la óptica del SRI, la salida de divisas solo se justifica para comprar materias primas y bienes de capital. El resto es puro ‘lujo’. El pago por la educación de un hijo en el exterior, que la revolución ciudadana lo considera como inversión en talento humano, para el SRI es lo mismo que comprarse una botella de whisky.