El paro en Continental Tire Andina, que se inició el pasado 7 de julio y el lunes estuvo a punto de solucionarse, retomó su antigua rutina: directivos y gerentes reuniéndose para evaluar sus estrategias y trabajadores montando guardia en la planta cerrada.
El acuerdo del lunes para poner fin a la huelga estuvo a punto de cerrase. No obstante, la reunión en la que se debían firmar acuerdos solo sirvió para alejar a las partes.Los trabajadores aseguran que fue el presidente ejecutivo de la compañía, Kristijan Bauer, quien apareció por primera vez en las negociaciones, endureció la posición de la empresa respecto de los pedidos de los trabajadores. Además, hubo nuevas condiciones, aseguró el abogado de los sindicalistas, Patricio Ortiz.
Mientras que Gustavo Malo, vicepresidente de Recursos Humanos de la llantera, dijo que José Chávez, dirigente de la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres, apareció inesperadamente y profundizó el distanciamiento. “Los trabajadores aparecieron con tres nuevos pedidos que nunca se negociaron y quisieron imponerlos”.
Según Malo, Bauer llegó a Cuenca (reside en Quito) para la negociación del lunes, porque las previsiones hacían pensar que se iba a firmar un acuerdo y él es el representante legal de la compañía. Ortiz afirmó que Chávez ya estuvo en otras reuniones y que actuó como asesor del sindicato.
Los cierto es que el fracaso de la negociación del lunes plantea un escenario de incertidumbre de lado y lado. Los trabajadores presentaron un cuarto pliego de peticiones, que aún no está en ejecución, y los empresarios analizan cómo enfrentar el nuevo escenario.
Ayer, en el edificio de la Cámara de Industrias de Cuenca, el vicepresidente de Manufactura, Dave Johnson, se reunía con los gerentes de su área para analizar el entorno de la empresa tras el fracaso de la negociación y sus implicaciones.
Casi a la misma hora, los trabajadores hacían fila en la planta cerrada para registrar su asistencia y dar paso al grupo que los sustituía en su guardia de 24 horas en la planta de Continental Tire.
Malo dice que la empresa buscará propiciar una nueva reunión en la que otra vez se intentará la mediación del alcalde, Paúl Granda, y la subsecretaria del Ministerio de Relaciones Laborales, Gabriela Alarcón. No hay fechas.
Para Pablo Monge, secretario de finanzas del Comité de Empresa, esa posibilidad es muy remota. Con el fracaso del lunes pasado, las posibilidades de lograr acuerdos se alejaron. El dirigente dice que esa posición tiene vinculación a la instalación de mallas en la fábrica, la presencia de perros y la marca negativa a quienes se dedican a la lucha sindical.
Según Ortiz, uno de los motivos que alejó el acuerdo fue que los directivos de la empresa no garantizan la estabilidad laboral a los trabajadores. Malo asegura que aún no han considerado la aplicación de vistos buenos.
En tanto, la propuesta de la empresa continúa en un bono de USD 1 400 en lugar de un retroactivo que suma USD 1 470, un incremento de 14% a cambio de 15 minutos adicionales de trabajo y un incremento del 8% a otras exigencias económicas.
Los trabajadores insisten en que esos 15 minutos adicionales sean pagados como horas extras.
Además de que el pago de los días de paralización incluya un valor promediado correspondiente al incentivo de productividad. Los directivos afirman que no pueden pagar un bono de productividad de una temporada en la que no hubo producción.
Hoy algunos directivos, colaboradores y distribuidores darán una rueda de prensa en Quito.
La necesidad de trabajo pone a funcionar la creatividad
Dos meses sin sueldo pueden minar la economía de cualquiera. La paralización de la planta de producción de Continental Tire Andina mantiene en esa situación a más de 1 000 trabajadores.
Los trabajadores, en huelga u opuestos a ella, no tienen otra opción que buscar mecanismos para sobrevivir. Galo Guapisaca está de acuerdo con la huelga, pero requiere de dinero para mantener a sus tres hijos.
Su alternativa ha sido elaborar pan y venderlo a sus compañeros en huelga. Con la venta de 150 panes al día ha logrado enfrentar la falta de un salario.
Algo similar hace Pablo Cornejo conduciendo su taxi, o Pablo Juela con la venta de hortalizas en el mercado del cantón azuayo de Paute. Daniel López prefiere aprovechar, cuando no tiene turno en la huelga, para hacer trabajos de instalaciones eléctricas y reparaciones.
Desde el pasado 7 de julio solo 80 de los 1 100 empleados de Continental Tire Andina en Cuenca tienen algo que hacer y un sueldo estable. Esto porque la paralización también implica una suspensión de sueldos.
Esa realidad no afecta solo a los trabajadores en huelga. Magaly Guzmán está, por ejemplo, opuesta a la huelga, pero como no hay producción le tocó repartir estados de cuenta.
Claro que sus ingresos no son iguales. Cuando la planta está en producción obtiene un sueldo de USD 450 y desde que empezó el paro apenas logra reunir unos USD 20 a la semana.
Algo similar ocurre con María Augusta Gómez, quien trabaja en la elaboración de las pestañas de las llantas. Desde que empezó el paro su rutina cambió.
En la mañana sale con su madre, Eulalia Cuzco, a vender golosinas en las afueras de la escuela 3 de Noviembre. Por las tardes hace figuras de porcelana fría, o teje bufandas. Sus ingresos por estas actividades no superan los USD 30 semanales.