Esteban G. ya no tiene que preocuparse por estar atento al paso de una camioneta distribuidora de cilindros, ni tampoco debe estar pendiente del peso del tanque que usaba en su cocina para no quedarse sin gas.
[[OBJECT]]Desde que se mudó a un departamento en la Gaspar de Villarroel, norte de Quito, hace cuatro años, le llega mensualmente una factura que promedia los USD 2, porque el edificio donde vive tiene sistema de gas centralizado.
En su caso, sin embargo, el consumo también es bajo. Solo viven dos personas y utilizan el combustible para la cocción de alimentos en las noches. No tiene secadora ni calefón.
En el Ecuador, la Asociación de Comercializadoras de Gas calcula que existen aproximadamente 10 000 usuarios residenciales que se proveen el producto a través de sistemas centralizados.
Según la titular de la asociación, Laura Acuña de Nájera, este mercado está en expansión y tiene un crecimiento anual del 17%.
La mayoría de las instalaciones se encuentran en edificios de departamentos y condominios y están reguladas desde 1999. En aquella época por la Dirección Nacional de Hidrocarburos y actualmente por la Agencia de Control de Hidrocarburos (ARCH).
Según datos proporcinados por esta última entidad, existen 323 instalaciones de gas centralizado en el país entre industrias, hoteles, centros comerciales, conjuntos y edificios. De este grupo, cerca de 200 instalaciones son para consumo residencial.
Uno de ellas es el edificio Los Naranjos, ubicado en Monteserrín. La construcción está compuesta de 43 departamentos y en su terraza se ubica un tanque de 1 000 kilogramos (kg) de capacidad que se llena cada 15 días.
El tanque alimenta mediante tuberías a los departamentos que disponen de un medidor de gas.
Alfredo Martínez, administrador del edificio, explica que los tanques y las instalaciones son de los propietarios. Por ello, si requieren cambiar de proveedor de gas, lo pueden hacer sin problemas. Indica que aunque el costo es mayor al precio de los cilindros, evitan la dificultad de abastecer a cada departamento con bombonas, además de poseer de un sistema para controlar fugas.
Los usuarios pagan en el edificio USD 0,25 por cada kilogramo de gas. Es decir, más del doble del precio del gas en cilindro cuyo kilogramo se cotiza en USD 0,11.
El costo del gas centralizado para uso residencial también es subsidiado, pero su precio es mayor porque incluye los costos de comercialización, IVA, transporte y, en ocasiones, el precio o alquiler de los tanques y tuberías.
Datos de las compañías distribuidoras de gas indican que un tanque de 250 kg para gas centralizado parte de USD 600, que sumado a un costo similar en instalación de tuberías encarecen los sistemas de gas centralizado.
Según técnicos de la ARCH, que pidieron la reserva, los costos de los servicios de transporte, comercialización y alquiler de infraestructuras que se incluyen precio final del gas centralizado residencial “no está controlado”.
Ello es una gran debilidad que afecta a los usuarios, explica Pablo T. (nombre protegido) propietario de una vivienda dentro de un conjunto con gas centralizado en el sector de la Kennedy.
Pablo T. paga entre USD 18 y USD 25 por uso de gas al mes. La factura de julio de este año indica que consumió 106 kilogramos. El equivalente a siete cilindros.
“Somos cinco personas y solo usamos gas para cocinar y para calentar el agua. Ni siquiera tengo secadora, estoy pagando demasiado”, explica Pablo T., quien presume que en ese costo se está incluyendo el alquiler de los tanques y las instalaciones de gas centralizado. El sistema de alquiler impide que su conjunto pueda cambiar de proveedor, añade.
Este tipo de cobros no controlados son uno de los principales factores por los que la gente no se cambia a este sistema, según Jorge L., técnico de una compañía distribuidora de gas centralizado.
De hecho, datos de la Asociación de Distribuidoras de Gas, el 99,5% del consumo de gas residencial aún se hace mediante cilindros. Apenas el 0,5% es de gas centralizado.