32 000 oficiales estarán a cargo de la seguridad en Osaka, durante el G20. Foto: AFP
A tres días de la reunión con su homólogo Xi Jinping, un enérgico presidente Donald Trump advirtió el pasado miércoles 26 de junio de 2019 sobre un aumento de la guerra comercial al decir que está pronto para gravar a todos los bienes chinos aún no castigados por aranceles estadounidenses.
Los mercados están ansiosos por el encuentro del sábado entre Trump y Xi, pues esperan que allane el camino hacia una resolución del pleito entre las dos mayores economías mundiales.
Trump no se preocupó por calmar esa ansiedad de inversores, economistas y gobiernos de todo el mundo y volvió a mostrar disposición a seguir aplicando mano dura.
“La economía de China se está viniendo abajo, quieren hacer un acuerdo”, dijo Trump en una entrevista con Fox Business News a solo unas horas de viajar a la Cumbre del G20 en Japón y mantener su reunión bilateral con Xi.
Trump ya impuso aranceles a bienes chinos importados por USD 200 000 millones, para forzar a Pekín a respetar los derechos de propiedad intelectual y terminar con prácticas comerciales desleales.
Pekín ha respondido con un progresivo aumento de los aranceles a productos estadounidenses, que cubren desde junio casi USD 110 000 millones sobre un total de 120 000 millones de importaciones.
Trump indicó firmemente que está listo a aplicar aranceles a todo el resto de lo importado de China, lo que equivale a más de 300 000 millones.“Estamos prontos para gravarlos, para aplicarles aranceles”. A su juicio, China es quien sufre todo el perjuicio.
“Lo que está ocurriendo es que la gente está saliendo de China. Las compañías se están yendo de China. Por cierto que muchas están volviendo a Estados Unidos porque no quieren pagar aranceles”, dijo.
Washington y Pekín habían dicho estar cerca de un acuerdo antes de que las negociaciones se rompieran en mayo.
“Estábamos casi 90% en camino”, declaró el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, a la cadena CNBC.
Mnuchin dijo desear el encuentro entre Trump y Xi pero afirmó que no habrá un acuerdo por el mero hecho de hacer un acuerdo.“El mensaje que queremos oír es que quieren volver a la mesa de negociación”, dijo Mnuchin.
Por otro lado, respecto a Irán, Trump consideró que los dirigentes de la República Islámica serían “egoístas y estúpidos” si no alcanzan próximamente un pacto con EE.UU., que ha propuesto negociar directamente con Teherán.
El Mandatario señaló que Irán atraviesa actualmente “dificultades económicas”, que pueden ser resueltas “rápido o en 10 años”, dependiendo de la intención del líder supremo de Irán, Ali Jameneí, y del Gobierno iraní.
El enfrentamiento con Teherán se ha recrudecido después de que Trump advirtiera a Irán de que EE.UU. responderá con “una fuerza abrumadora” cualquier ataque, poco después de que su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, tendiera la mano para dialogar.
Pero la guerra comercial no será el único punto en la agenda de los mandatarios en Osaka. Trump y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, abordarán este viernes al margen del G20 la situación en Venezuela, el programa nuclear iraní y la desnuclearización de la península coreana, indicó ayer el asesor del Kremlin, Yuri Ushakov.
El funcionario señaló que la reunión, en la que Putin y Trump estarán acompañados por “cuatro o cinco” miembros de sus respectivas delegaciones, tendrá una duración de una hora, aunque “mucho depende de los propios líderes”.
Se prevé que los dirigentes de Rusia y EE.UU. aborden temas relacionados con la estabilidad estratégica, conflictos regionales y relaciones bilaterales. En particular, Putin y Trump hablarán de Siria, Corea del Norte, Afganistán, Venezuela y el programa nuclear iraní, adelantó Ushakov.
En tanto, la ciudad de Osaka comenzó a experimentar las fuertes medidas de seguridad por el G20, que se desarrollará mañana y el sábado, y que contará con la vigilancia de decenas de miles de policías.
Las reuniones tendrán lugar en un centro de convenciones ubicado en una isla de la bahía de Osaka, aunque algunas personalidades, como Trump, se alojarán en hoteles situados en otras partes de la ciudad.
Los alrededores del centro de convenciones estaban ayer con barreras policiales para permitir solo el acceso de las personas acreditadas. Comercios cercanos al lugar también estaban cerrados.
Según datos estatales, la vigilancia estará a cargo de 32 000 oficiales. Nunca antes en su historia, Osaka había soportado unas medidas de seguridad tan estrictas.