La brasileña Maria das Graças Foster, la primera mujer que dirigirá la gigante Petrobras, combina su amplio conocimiento de la petrolera con un carácter de hierro que empezó a forjar desde que, siendo una niña, trabajaba en las favelas de Río de Janeiro para ayudar a su familia.
De 58 años, esta ingeniera química con estudios en Economía fue elegida el jueves para dirigir los destinos de la mayor empresa de Brasil y la quinta petrolera del mundo en valor de mercado, con el desafío de revertir una producción a la baja.
Su nombre había sido propuesto por la presidenta Dilma Rousseff el 23 de enero.
Foster engrosa así una larga lista de reconocimientos a lo largo de una carrera de 30 años en Petrobras, un firma de capital abierto bajo control estatal.
En 2010, la revista América Economía la eligió como la ejecutiva con más poder del sector empresarial regional, mientras el diario especializado Financial Times la incluyó en su lista de las 50 mujeres de negocios más importantes del mundo.
Foster, casada y madre de dos hijos, se precia de conocer al dedillo Petrobras gracias a su larga trayectoria en la empresa, que inició como practicante de ingeniería química en 1978.
“En esta compañía pasé por todos los niveles de jerarquía. Yo no amanecí directora de Gas y Energía”, dijo Foster aludiendo al cargo que ocupa desde 2007.
Entonces, sorteó la llamada “crisis del gas” por cuenta del forcejeo entre Brasil y Bolivia por el costo y la cantidad de gas importado hacia territorio brasileño.
Foster es conocida por su fuerte temperamento y su cercanía con la presidenta Rousseff -también conocida por su carácter recio-, además por su fama de trabajadora infatigable.
La prensa saludó su nominación como la llegada de “la mano de hierro al petróleo”, un sector cada vez más estratégico para la sexta economía del mundo, con millonarias reservas de petróleo en aguas ultraprofundas.
La relación entre Foster y Rousseff se remonta a 1999, cuando la presidenta era secretaría de energía del estado de Río Grande do Sul (sur).
Desde entonces, Rousseff depositó su confianza en ella asignándole mayores responsabilidades conforme fue ascendiendo en su vida pública.
Sin embargo, la próxima presidenta de Petrobras, de rostro afilado y quien casi siempre usa lentes, combina su historia de éxitos profesionales con una infancia dura en las favelas de Rio de Janeiro, según reconoció en una entrevista a O Globo.
Hasta los 12 años vivió y trabajó en esas zonas empobrecidas y violentas, “recolectando papel, botellas y latas que vendía para comprar material escolar” y ayudar a su familia, recordó también el diario económico Valor.
“Siempre trabajé para ayudar al sustento de mi madre y de mis dos hijos y para pagar mis estudios. Para mí, la garra (fuerza), lo es todo”, declaró Foster en una entrevista con O Globo en septiembre.
La brasileña unirá su nombre al de mujeres influyentes del sector petrolero como la estadounidense Lynn Laverty Elsenhans, presidenta de la empresa hidrocarburífera Sunoco.