De junio a septiembre la pepa de café alcanza su madurez en las plantaciones en seis cantones del centro sur de Manabí.
Esa es la temporada que espera cada año Bélgica Cobeña, de 23 años para salir a cosechar el café, junto con su familia.La joven es del sitio La Chorrera, parroquia San Plácido del cantón Portoviejo. Con sus hermanos Roberto, Alberto, Lexi y su cuñada Emilia Cedeño se reúnen para iniciar el proceso de pipiteo (cosecha de café).
A los cafetales de La Chorrera se llega por una vía asfaltada en un tramo de 13 kilómetros, que se inician en la zona poblada de San Plácido. Entre el bosque húmedo tropical, las plantas de café renovadas hace cinco años, están cargadas. Son 120 hectáreas.
Bélgica, con nueve años de experiencia en el pipiteo, sale a las 07:00 desde su casa ubicada en la parte alta de La Chorrera. Sus familiares la esperan al filo de la vía. Es jueves y todos se van de cosecha. Antes se ponen botas plásticas y se amarran un saco de nailon en la cintura para acopiar los granos de café.
Caminan en fila hacia los cafetales de la finca de William Martillo. Suben por una loma.
Hay que aprovechar esta temporada, dice Emilia Cedeño. Su familia llega para la cosecha y luego va a buscarse la vida en los arrozales en la provincia de Los Ríos, dice. Otros se van a Guayaquil a trabajar en la construcción y unos pocos se van a Manta a la pesca.
Después de 15 minutos de caminata, los Cobeña se dispersan. Bélgica se junta con Emilia. “Así es mejor, podemos conversar de los niños, los problemas en pareja y hasta planificamos las fiestas de cumpleaños”, refiere Emilia.
La jornada es larga, hasta las 15:00. Mientras cosechan, Bélgica comenta que juntan dinero con sus esposo para comprar un refrigerador nuevo.
Emilia sonríe. Ella desgrana las matas de café y comenta que ahorrará todo lo que gane en el pipiteo de este año para adquirir una cama nueva y un colchón. Ambas ganan USD 6 al día.
Bélgica comenta que a los hombres les toca trabajar en la parte baja del cafetal, porque tienen más fuerza en las piernas y la tierra está húmeda por las lluvias atípicas en esta época del año. “Las botas se hunden y a la hora de caminar hay que tener más fuerza”.
Las copas de las cañas guadúas, las palmas de tagua, el guabo, los plátanos, cedros y guayacanes protegen a los cafetos durante el sol del mediodía.
La temperatura dentro del cafetal bordea los 23 grados, pero la humedad es de 70%. Se respira aire puro y olor a café, dice William. “Nos gusta esta época, porque las familias se juntan, hay trabajo para las mujeres, los hombres y hasta los adolescentes”.
Las mujeres recogen hasta dos quintales al día cada una y los hombres tres. Los más pequeños de 25 a 60 libras cada uno, acota el agricultor.
Carlos García, técnico del Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca en Manabí, comenta que la variedad de café que se da en la provincia es la arábiga.
Entre los cantones 24 de Mayo, Junín, Paján, Portoviejo y Jipijapa, 15 000 familias se reagrupan en la temporada de cosecha. Los jornaleros del café llegan en grupos familiares desde Guayaquil a Jipijapa, otros desde Machala, Manta y Los Ríos.