Cuatro años después del pico de la crisis financiera, que se tradujo en una reducción drástica de los salarios, Estados Unidos se reencuentra con el favor de los empresarios industriales y aventaja así a otras zonas de producción como Asia o Canadá.
Un estudio de la consultora BCG afirma que el 48% de las empresas que poseen una cifra de negocios de más de USD 10 000 millones contempla trasladar su producción de China a EE.UU.
Esta tendencia a la ‘relocalización’ comenzó con la perspectiva de la recuperación en EE.UU., para estar así más cerca de los clientes y evitar con ello los grandes costos de transporte desde China, por ejemplo, tal y como subraya Adam Fleck, economista del centro de investigación Morningstar.
Fleck cita como ejemplo a los proveedores de materiales para la construcción como Terex, que fabrica plataformas y grúas, o el constructor de maquinaria agrícola Agco. Gigantes como General Electric (GE) y Caterpillar, pese a no disminuir su producción en China, tienden a desarrollar cada vez más su producción en EE.UU. en comparación con su actividad de hace unos años.
GE “está construyendo 15 nuevas plantas en Estados Unidos y, solo en el 2011 creó 10 000 nuevos empleos”, subrayó el portavoz del conglomerado estadounidense, Sébastien Duchamp.
Por otro lado, el alto nivel del yen y los riesgos que implica la distancia geográfica en el desarrollo de la cadena de producción, como se pudo comprobar durante el terremoto que sacudió Japón el pasado año, condujeron igualmente a los constructores de automóviles estadounidenses y japoneses a aumentar sus capacidades de producción en EE.UU.
Caterpillar también redujo sus capacidades de producción en Japón para relocalizarlas (especialmente) en Texas.
En el mismo sentido, los sacrificios salariales consentidos en numerosos gremios para preservar empleos, principalmente en el sector automovilístico, incitan a los grandes grupos estadounidenses, como la firma Ford, a repatriar su producción en Canadá hacia el sur de la frontera.