Ecuador prevé firmar entre enero y febrero los contratos definitivos para la explotación de millonarios proyectos de oro y cobre con las mineras Ecuacorriente y Kinross, dijo el viernes a Reuters el ministro de Recursos Naturales No Renovables, Wilson Pastor.
El ministro dijo que el país andino recibirá inversiones por unos 2 800 millones de dólares por estos dos planes e informó que a fines de enero firmará con Ecuacorriente y el siguiente mes haría lo propio con la canadiense Kinross.
“Ya hemos concluído la negociación (y) esperamos que para el 30 de enero firmemos el contrato final (con Ecuacorriente)”, dijo Pastor tras participar en un consejo de ministros público encabezado por el presidente Rafael Correa.
Ecuacorriente, una filial de la canadiense Corriente Resources, explotará la mina de cobre Mirador, mientras que Kinross desarrollaría Fruta del Norte, el mayor proyecto de oro de la empobrecida nación andina.
Los acuerdos prevén el pago de regalías de hasta el 8 por ciento, que dependerán del precio de los metales en el mercado internacional. Ambos proyectos mineros podrían contribuir con casi un 5 por ciento al Producto Interno Bruto (PIB) del país, según han dicho funcionarios del país socio de la OPEP.
Ecuador tiene una minería incipiente, pero el objetivo del Gobierno es desarrollar la actividad a gran escala, pues el país puede convertirse en un actor importante del mercado mundial por las importantes reservas que tiene por explotar.
Ecuador está negociando además un contrato con la canadiense International Minerals, que tiene previsto desarrollar el proyecto de oro y plata Río Blanco. El Gobierno también espera firmar un segundo contrato de operación con Ecuacorriente para el proyecto de cobre Panantza-San Carlos y otro con Iamgold, que tiene previsto desarrollar la mina de oro y cobre Quimsacocha.
Correa se ha estado esforzando por diversificar la economía ecuatoriana de su dependencia de las exportaciones petroleras y ha adoptado un acercamiento más amistoso con las mineras que con el sector petrolero de la nación sudamericana, al que obligó a renegociar sus contratos.