Cuando las autoridades económicas no practican lo que predican, jamás podrán convertirse en un ejemplo a seguir. Más bien generan desconfianza.
Dos ejemplos recientes. El primero tiene que ver con los créditos chinos con garantía petrolera, que no están registrados como deuda pese a ser un crédito. Pero más allá de eso, el Régimen hizo todo un alboroto para cambiar las leyes sobre hipotecas y autos.
El argumento era que los ciudadanos que hayan adquirido una deuda con la banca, sea para comprar un auto o una vivienda, solo comprometan ese bien como garantía. Es decir, si un cliente no podía cancelar su deuda, el acreedor quedaría imposibilitado de embargar los otros bienes del cliente.
En el caso de los créditos chinos, en cambio, la garantía petrolera no fue suficiente. El Gobierno entregó poderes adicionales a China para que pueda cobrar su deuda por otras vías. Es decir, si Ecuador no puede cancelar sus obligaciones, el acreedor sí podrá embargarle sus otros bienes.
El segundo ejemplo es sobre las regulaciones a la banca. El Gobierno aumentó el porcentaje que deben tener los bancos en el Fondo de Liquidez. El argumento fue que la banca debe tener un fondo más grande para afrontar una eventual crisis, ya que el actual no es suficiente. Pero el Régimen no ha hecho lo mismo. Todo excedente petrolero se ha gastado y no tiene su fondo de liquidez. Si se presenta una crisis la consecuencia será una contracción económica, ya que faltarán recursos para mantener funcionando el aparato productivo.