Jennifer Villamar busca empleo hace 12 meses. Tiene 22 años, está a un mes de egresar como secretaria bilingue en Sistemas de Información y desde mayo pasado acudió a una decena de entrevistas laborales, sin concretar alguna propuesta.
“Creo que no me eligen porque aún estudio, aunque algunas de mis amigas graduadas también se les hace difícil conseguir trabajo”, reflexiona esta guayaquileña de buen promedio académico. Sus calificaciones llegan a 8 sobre 10.
En Ecuador, la desocupación afecta en mayor medida a los jóvenes de entre 18 y 29 años. El 50,7% de este grupo está desempleado, según cifras oficiales del segundo trimestre del año.
Pero es en Guayaquil donde la dificultad de conseguir trabajo es mayor para quienes están en el segmento de Jennifer. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el 55,9% estuvo desocupado a junio pasado en la urbe porteña.
Ana Huayamave, analista de Recursos Humanos, considera que hay dos factores que contribuyen a esta problemática: la falta de experiencia laboral entre los jóvenes y el período de transición económica por la que atraviesan las empresas.
Generalmente, dijo, las nacionales prefieren gente que ya haya laborado, para evitar incurrir en tiempo para capacitarlos en sus cargos. Con las empresas multinacionales ocurre lo contrario: prefieren profesionales recién egresados, para formarlos. El problema es que ingresar a estas últimas resulta complicado, por los niveles de exigencia académica.
“Además, a nivel de país estamos pasando por un período de transición. No se sabe qué pasará con el futuro laboral, debido a que recién está pasando una crisis financiera y por las normativas que favorecen a los trabajadores”, agregó Huayamave. Ella está al frente del Centro de Promoción y Empleo (Ceproem), de la Escuela Superior Politécnica del Litoral.
Hasta allí llegaron Evelyn López, de 21 años; Marlene Vega, de 22; y Claudia Marzo, de 20, para conocer de alguna oportunidad laboral afín a su perfil académico. Ellas estudian Negocios Internacionales, Gestión Empresarial y Marketing, y Comunicación y Ventas, respectivamente.
El Ceproem funciona como intermediario entre las empresas y los jóvenes politécnicos.
Según un monitoreo interno, 240 jóvenes fueron colocados durante el 2009. Un año antes, la cifra llegó a 361. Y hasta junio 250 aspirantes presentaron carpetas para ser colocados, pero aún no reciben respuesta.
El 60% de los contratados a través de esta modalidad consigue contratos permanentes, mientras que el 40% está inmerso en proyectos temporales.
En este último grupo está Hans Guamán de 28 años. Este ingeniero en Mecánica , con 4 años de experiencia, busca desde hace dos meses un empleo fijo. “Pocas empresas dan espacio al desarrollo profesional; es decir, que puedan hacer carrera para escalar puestos”, indicó Guamán. Mientras recibe una propuesta estable, decidió participar en un proyecto de construcción.
Pero la dificultad de conseguir trabajo aumenta para quienes solo llegaron a estudiar la secundaria. Según el INEC, el 51,7% de los jóvenes de hasta 29 años con este nivel de educación estuvo desocupado en junio pasado.
René Macías terminó el bachillerato hace cuatro años, pero hasta el momento solo ha conseguido trabajos temporales como ayudante de construcción, mensajero o en un local comercial fotocopiando documentos. Hoy está desempleado y sus padres lo ayudan en sus gastos básicos. Este miércoles acudió a un llamado para ocupar la vacante de vendedor, pero la respuesta está pendiente hasta la próxima semana.
Al margen de los estudios que tengan, los jóvenes que buscan trabajo coinciden en que aún faltan incentivos remunerativos y de proyección en las empresas.
Jennifer Villamar explica que el mercado paga sueldos de hasta USD 500 para su nivel académico, lo que considera bajo. Mientras que para quienes no lograron seguir una carrera, el salario se reduce a los USD 240 básicos.