Desastre en Japón cuesta 3% de su PIB

Nerviosismo bursátil en el mundo. Las acciones del sector nuclear fueron las más golpeadas ayer. Varias bolsas del mundo cerraron con fuertes pérdidas la sesión.

Nerviosismo bursátil en el mundo. Las acciones del sector nuclear fueron las más golpeadas ayer. Varias bolsas del mundo cerraron con fuertes pérdidas la sesión.

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En Japón no solamente se realiza ahora el doloroso conteo de víctimas y pérdidas económicas. Tras el devastador terremoto del pasado viernes, las finanzas, no solo japonesa, sino también de otros países, sufren los estragos.

Japón enfrenta una recuperación y reconstrucción que podría costar USD 180 000 millones, el equivalente a un 3% de su Producto Interno Bruto (PIB), un 50% más de lo invertido por el país tras el terremoto de Kobe, en 1995. Aunque algunas proyecciones estipulan los costos en USD 1 billón a lo largo de varios años, la mayoría de los cálculos, basados en una metodología similar a la usada tras el terremoto de Kobe, sitúan los costos en niveles más bajos.

La tercera mayor economía del mundo, que ya estaba afectada por un deuda pública que duplica el total de su producción anual de USD 5 billones, debe reconstruir infraestructura, incluyendo caminos, líneas férreas, plantas energéticas y puertos, un hecho sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.

Brendan Brown, jefe de investigación económica de la Mitsubi-shi UFJ Securities, asegura que los costos pasan también por la recaudación de impuestos perdida, los subsidios a las empresas del área devastada, la pérdida de productividad con los cortes de electricidad. Las estimaciones muestran que solo la reubicación de una planta nuclear puede costar hasta USD 5 000 millones.

Por su parte, las pérdidas de las aseguradoras podrían alcanzar los USD 35 000 millones. Algunos expertos estiman que los costos de la reconstrucción serán mucho más altos, dado que el país necesitará rearmar la devastación de sus reservas a lo largo de un marco de tiempo más amplio.

Vanessa Rossi, del centro de estudios Chatham House, en Londres, estima que un 10% del capital de trabajo de Japón se perdió, lo que equivale a un 20% del PIB, es decir USD 1 billón. “No se podría reconstruir de forma extensiva en un período de uno a dos años. Yo espero que sea un trabajo de entre 4 y 5 años”, explica.

Del otro lado, en América Latina, el impacto aún no se siente en su dimensión. Es más, la mayor parte de las bolsas de la región cerraron ayer en positivo, salvo la de Lima (-1,52%), Buenos Aires (-1,33%) y Bogotá (-1,71%).

En Ecuador, para el asesor en comercio exterior Juan Pablo Burneo, es lógico que Perú, por ejemplo, registre un impacto más perceptible, dada la alta relación comercial con Japón. “En Ecuador no se sentirán esos efectos en el corto plazo. Tal vez podría verse restringida la oferta de autos, por ejemplo, aunque en realidad el comercio con Japón es marginal”.

Para el analista financiero Manuel Barahona, es posible que el costo financiero aumente. “Al requerirse grandes recursos para la reconstrucción, los capitales podrían ir para allá en lugar de para los mercados emergentes”.

Otros efectos económicos del terremoto

El sector nuclear recibió ayer un brutal golpe en las plazas bursátiles mundiales. En Alemania, EON y RWE perdieron 5,26% y 4,77%, respectivamente.

En la Bolsa de París, EDF (Electricité de France, 80% de la electricidad del país es de origen nuclear) cayó 5,28%. El grupo nuclear público, Areva, (90% controlado por el Estado), cerró con una fuerte pérdida de 9,61%.

En Wall Street, la mayor baja del Dow Jones la registró el conglomerado industrial General Electric (-2,16%) , que fabricó los reactores de la central nuclear de Fukushima 1, escenario de varias explosiones. También Constellation Energy cayó 0,89%, Duke Energy 1,36% y Exelon 0,63%.

Las mineras Denison Mines (-22,49%) que extrae uranio y el grupo Uranium Energy (-19,18%) se hundieron. Es difícil saber si a largo plazo las acciones de estos grupos se verán afectadas, ya que se ignora aún la magnitud de la catástrofe en Japón.

Las empresas automotrices y de electrónica, como Sony, suspendieron su producción por tres días. Las pérdidas todavía son incalculables.

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