Como todos los días, Raúl y José llegaron el viernes 14 de octubre a la esquina de las avenidas Morán Valverde y Mariscal Sucre, en Chillogallo (sur de Quito), con la esperanza de que alguien necesite algún trabajo de construcción y los contrate. Su único objetivo es ganarse el pan del día y llevar alimento a sus familias.
En el lugar se reúnen a diario decenas de obreros de la construcción que están en el desempleo. Con sus mochilas cargadas de martillos, combos, bailejos y más herramientas, esperan, bajo el sol o la lluvia, que les llegue la suerte de tener algún trabajo, aunque sea temporal, y llevar algo a sus casas.
Raúl Paredes, de 50 años, está desempleado desde 2020. Él trabajó en la Empresa Pública Ferrocarriles del Ecuador por 12 años, pero desde que fue despedido porque la entidad entró en liquidación, no ha podido encontrar un trabajo estable. Ha sobrevivido de ‘cachuelitos’, como se conoce a los trabajos esporádicos.
Cuando lo contratan puede llegar a ganar entre USD 20 o USD 25 diarios, que le sirven para llevar pan, leche u otro alimento para su esposa y sus hijos adolescentes, que lo esperan en casa. Además, señala que su búsqueda de empleo lo combina con la lucha por el pago de las liquidaciones que la empresa pública les adeuda todavía.
José Almache, por su parte, ha sido obrero de la construcción toda su vida y desde hace meses no ha conseguido una ‘chauchita’. Tiene 65 años y a esa edad muchas personas ya piensan en jubilarse, pero él, en cambio, lucha por ganarse la vida día a día.
La última obra que hizo fue hace cuatro meses. Le contrataron para hacer la remodelación de un departamento en el sector de Quitumbe, en el sur de la ciudad. Trabajó por varias semanas y ganó “algunos dolaritos”. Desde entonces nadie le ha contratado. “Es que no hay trabajo. Por eso muchos arriesgan su vida y viajan a morir en otros países”, dice.
Justamente esa era la novedad en Chillogallo, la mañana del viernes. Uno de sus compañeros que estaba en el desempleo, Jefferson Moposita, murió en un accidente de tránsito en Nicaragua mientras iba en busca del ‘sueño americano’. “Hoy vinieron familiares a pedir colaboración para repatriar el cuerpo”, comentó Almache con mucha tristeza.
Recesión continua
El sector de la construcción lleva más de tres años en crisis. La recesión empezó en 2019 y se ha mantenido hasta ahora. En el segundo trimestre del año se registró un leve crecimiento interanual de 0,1% y se trata del primer resultado positivo desde el año 2018, según cifras del Banco Central del Ecuador. Esto ha ocasionado que la industria no pueda generar más fuentes de trabajo.
A finales de 2021 se observó una recuperación en los empleos del sector y se llegó a 532 000 trabajadores, aproximadamente. Pero solo 204 000 eran empleos formales, es decir, con jornadas de 40 horas semanales e ingresos no menores al salario mínimo. El resto, quienes son parte de la gran mayoría, estaba en la informalidad.
Entre diciembre de 2021 y junio de 2022, la situación ha empeorado. En estos meses se han perdido más de 85 000 empleos en este sector, según datos de la Cámara de la Industria de la Construcción, que recoge las cifras del Ministerio del Trabajo.
Leopoldo Ocampo, presidente del gremio, confirmó que el sector de la construcción sigue en crisis y no hay buenas perspectivas para el próximo año. Esto debido a la poca inversión en obra pública que el Gobierno ha realizado este 2022 y que se prevé continué así a lo largo del 2023.
De enero a agosto de este año, la ejecución de la inversión pública del Gobierno llegó a USD 509 millones. La cifra representa un 73% menos que lo ejecutado en el mismo período de 2021, que fue de USD 1 871 millones, según datos del Ministerio de Finanzas.
“El 80% del sector de la construcción vive de la obra pública y solo el 20%, de la privada, es decir, del inmobiliario”. La poca recuperación que se observa en el sector es gracias a la inversión del sector privado, agregó Ocampo.
Según el análisis de la Corporación de Estudios para el Desarrollo (Cordes), la falta de empleo en el país, que es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, es “consecuencia de factores políticos que impiden modernizar la arcaica legislación laboral del país, afectan a la imagen del Ecuador como destino de inversiones y disuaden a muchos empresarios formales de contratar nuevo personal”.
Las horas pasan y las esperanzas van desvaneciéndose entre los obreros desempleados en Chillogallo. Raúl y José guardan sus herramientas en sus mochilas y regresaron a sus casas pasadas las 16:00, sin haber ganado ni un solo dólar en el día. Ellos volverán a este sitio al siguiente día con la esperanza de tener mejor suerte.
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