En agosto de 1999, clientes de cuatro bancos reclamaban sus depósitos, en Guayaquil. Foto: Archivo EL COMERCIO
En la planta baja del edificio La Previsora hay una placa de reconocimiento a Álvaro Guerrero Ferber, expresidente ejecutivo y gerente general del entonces banco guayaquileño.
Data de enero de 1995. En ella, directores y personal del banco y sus filiales destacan sus dotes humanas y directivas “evidenciadas en el progreso permanente de la entidad y materializadas en la majestuosa sede que hoy se inaugura”.
Ese año la matriz del banco se convirtió en el edificio más grande del Ecuador. Con 35 pisos, su arquitectura moderna e imponente se había levantado en la esquina de las avenidas 9 de Octubre y Simón Bolívar, frente al malecón, en el corazón financiero de Guayaquil.
Un vestigio más de la crisis bancaria de finales de los años 90. Solo mantiene el nombre del otrora banco fundado en 1920, reabierto en los 80 y que desapareció definitivamente cuando fue absorbido por Filanbanco el 5 de julio del 2000. Una operación financiera que hasta ahora es cuestionada.
Juan Falconí Puig presidió la Junta Bancaria del 5 de julio del 2000, cuando se aprobó la fusión con el carácter de extraordinaria, en calidad de Superintendente de Bancos. Pero tras dos décadas presume que “todo estuvo calculado para echarle la culpa a La Previsora de la quiebra de Filanbanco”, que había pertenecido al Grupo de los hermanos Isaías.
Álvaro Guerrero, expresidente de La Previsora hasta que pasó a Filabanco (foto de 1995). Foto: Archivo EL COMERCIO
Ese 5 de julio, el intendente nacional de Supervisión de Entidades Financieras, Pedro Delgado Campaña, emitió su informe técnico recomendando la fusión. Eso sirvió de base para aprobar la decisión por unanimidad.
Falconí recuerda que cuando asumió el cargo en abril del 2000, ya había sido firmado el convenio de asociación entre ambos bancos con fines de fusión, el 4 octubre de 1999.
En el primer semestre de 1993, La Previsora estaba en el ranking de las cinco primeras empresas mejor cotizadas en la Bolsa de Valores de Guayaquil. En 1997 se anunció que un grupo chileno adquirió el 1% de las acciones, que inyectó capital por USD 500 000.
Pero cuatro años después de inaugurar su nueva sede, en agosto de 1999, La Previsora, junto con otros bancos (Pacífico, Popular y Cofiec), entraban en proceso de capitalización.
Fernando Rosero, exdiputado del PRE, presentó denuncias sobre los malos manejos del banco. Foto: Archivo EL COMERCIO
El Estado le otorgó un préstamo de liquidez por USD 37 millones, a través de Filanbanco que, para esa fecha, ya estaba en manos de la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD).
Pero solo fue un salvataje temporal. El banco siguió su deterioro en la administración privada de Guerrero y enfrentó retiros masivos de los depositantes. En la última semana de septiembre de 1999, según las autoridades, hubo una corrida de 98 000 millones de sucres, cerca de USD 6 millones.
“La Previsora estaba en iliquidez y Filanbanco solo sirvió de caja chica”, señala Fernando Rosero, 20 años después. Para ese entonces, él era diputado del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) y el principal denunciante de malos manejos del banco.
Rosero denunció que existían créditos por USD 70 millones entregados a empresas ‘off shore’ a través de la Previsora Internacional Bank. Posteriormente, la ‘Súper’ de Bancos determinó que existían indicios de responsabilidad penal en el manejo operativo del negocio inmobiliario de esa entidad a través del fideicomiso Real Estate Investment Trust (Reit).
Juan Falconí Puig. Exsúper de Bancos cuando se aprobó la fusión de la Previsora con Filanbanco. Foto: Archivo EL COMERCIO
Eso deterioró la posición patrimonial de la entidad. Pero era extraño para las autoridades, ya que el banco había pagado utilidades en el primer semestre a los 10 700 accionistas dueños de La Previsora, pues era de capital abierto.
Los pequeños accionistas no tuvieron ni voz ni voto y perdieron sus dividendos, la Junta de Accionistas tomó la decisión. Un Comité de Accionistas demandó la ilegalidad de lo actuado, pero eso no prosperó.
Años después, en 2010, Luis Padilla Guevara, hijo de Luis Padilla Padilla, uno de los accionistas, dijo que “fue un atraco”, a medios locales. “Cuando mi padre supo la noticia ya era una persona anciana. Como él hay muchos y es que ellos convencieron a gente trabajadora, intelectuales, profesionales, maestros que se dedicaron toda su vida a trabajar”.
Pero lamentó que los directivos hayan sido absueltos por la Justicia. En marzo del 2000 comenzó el juicio por peculado en contra de Álvaro Guerrero y otros directivos de la Previsora. Pero cuatro años después fueron declarados inocentes.
Las decisiones importantes en la historia de la previsora
4 de agosto de 1999
La Junta Bancaria y la Superintendencia de Bancos, dirigida por Jorge Guzmán, autorizan un préstamo subordinado de USD 37 millones, a través de Filanbanco.
4 de octubre de 1999
Se firmó un convenio de asociación con miras a la fusión de La Previsora con Filanbanco. Así el estatal le concedió más préstamos que sumaron USD 124 millones.
5 de julio del 2000
La Junta Bancaria aprueba la solicitud de Filanbanco de declarar la fusión con La Previsora, mediante la absorción del primero que continuará subsistiendo.
17 de julio del 2004
La jueza Ángela Albán dicta el sobreseimiento definitivo de Álvaro Guerrero Ferber y otros exdirectivos por el delito de peculado. Se ratificó el 5 de febrero del 2010.