Un operario de República del Cacao vigila el proceso de producción de un pedido para Japón. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Durante los últimos cinco años, la industria cacaotera invirtió y se transformó. Esos esfuerzos dieron resultado y en el 2020 los productos elaborados con el grano ecuatoriano ganaron presencia dentro y fuera del país.
El incremento en las exportaciones evidencia el apetito que tienen los mercados internacionales por productos elaborados y esta materia prima, pese a la crisis por la pandemia. De enero a octubre del 2019, los envíos de cacao al exterior generaron USD 558,7 millones; mientras tanto, en el mismo período del 2020 escalaron a USD 708,8 millones.
El secreto está en la calidad del grano y en el tratamiento que se da a las plantas en el campo, señaló Francisco Miranda, presidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Cacao (Anecacao).
De esta evolución da cuenta Mario Tapia, gerente general de Chocoleyenda, una pequeña empresa que llega a Estados Unidos, Colombia, Chile y, desde este año, a Italia.
Para alcanzar el éxito, describe Tapia, se requiere perfeccionar la producción en el campo y en la parte industrial, cumpliendo normas fitosanitarias, de conservación y con un alto impacto social, lo cual implica aprendizaje constante. Así se potencia la calidad del grano y se pueden obtener las certificaciones que abren las puertas a nuevos mercados.
La planta de Chocoleyenda está ubicada en el noroccidente de Quito, trabaja con cacao fino de aroma de Esmeraldas, Los Ríos y de la Amazonía.
Los granos llegan a la pequeña fábrica dentro de cajas de laurel, luego pasan por una tostadora, donde se eliminan las impurezas, se reduce la humedad y se potencian sabores.
En los autoservicios nacionales los productos más apetecidos son las barras, helados y pastelería, anota Philippe Bongrain, director de operaciones de República del Cacao, que tiene dos líneas de negocios: para público en ‘reatil’ y para segmentos profesionales.
Su marca llega a más de 20 países. No ha parado sus inversiones este año y para el 2021 alista nuevos productos.
En la fábrica, los operarios cuidan cada detalle: miden el espesor del chocolate, verifican que los pesos sean los correctos en cada pedido, que las etiquetas sean legibles. En otro espacio se encuentra lo que llaman ‘el chocolatorio’, un área de investigación y de preparación de las recetas.
Bongrain enfatiza que la empresa, que también trabaja con granos de otros países de la región, se concentra en desarrollar proyectos con triple impacto; esto es, económico, productivo y social.
Los finos granos de cacao dan vida a una variada gama de productos elaborados, como la pasta (o licor), tortas, polvo y nibs (pequeños trozos de semilla de cacao tostados). Cada uno se extrae durante el proceso de fabricación de chocolate.
La planta de Chocoleyenda procesa granos de la Costa y Amazonia. Un trabajador verifica que el cacao esté libre de impurezas para su tratamiento. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
El crecimiento de dos dígitos anuales de la industria permitirá que para el 2025 el país alcance un monto de exportación de al menos 500 000 toneladas, según Anecacao.
Gonzalo Martinetti es gerente de Babahoyo Export y trabaja con alrededor de 1 000 productores de las provincias de Los Ríos, Guayas y Bolívar.
El empresario explicó que, actualmente, los agricultores se han interesado por rehabilitar y mejorar sus técnicas agrícolas motivados por el buen precio del quintal del grano. “Si el precio les favorece, se hacen los cuidados necesarios y el cacao es de óptima calidad”, comentó.
Otro elemento en que se debe trabajar es la compra interna de chocolate. Pese al incremento de las ventas en el exterior, el consumo de chocolate sigue siendo bajo a escala nacional. Según Anecacao, el consumo anual per cápita en el país está en alrededor de 300 gramos, mientras que en Colombia promedia los 1 500 gramos, es decir, cinco veces más que Ecuador.
Eduardo Márquez, vocero de la industria chocolatera Tulicorp, dijo que el ecuatoriano aún no termina de apreciar el buen chocolate. “El buen chocolate no es barato y en el país los costos de insumos como azúcar y leche son altos”.
Una estrategia común que están impulsando diferentes marcas es apoyarse en chefs profesionales, para enseñar al público los diferentes usos gastronómicos que tienen el chocolate y sus derivados.