Los mileniales prefieren usar el crédito diferido y el rotativo en sus consumos con tarjeta rédito. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
En Ecuador, la mayoría de tarjetas de crédito está en manos de jóvenes de entre 26 y 35 años; es decir, de la población conocida como milenial.
De cada 10 tarjetahabientes, 3 pertenecen a este rango de edad, de acuerdo con datos del buró de crédito Aval.
En el 2019, el número de clientes con estos plásticos en el Ecuador creció en cinco puntos porcentuales, si se compara con el 2017.
En ese año, el principal grupo de tarjetahabientes era el de personas de entre 36 y 45 años, pero en el 2019, los mileniales superaron a este grupo y ahora son el 29% del universo de clientes con tarjetas de crédito.
Belén Santamaría, de 30 años, pertenece a este grupo. La joven, que trabaja en la Fuerza Aérea, tuvo su primera tarjeta de crédito hace seis años y actualmente maneja dos plásticos.
Santamaría cuenta que tener este medio de pago le ayudó a costear el año pasado un diplomado que difirió a doce meses. “Además, con las tarjetas suelo comprar ropa y a veces comida, pero esto siempre trato de pagarlo en modalidad corriente, porque sé que no es bueno diferir montos pequeños”, cuenta.
El crecimiento del número de clientes en este segmento se debe a que esta generación está más familiarizada con los canales de pago digitales y los prefiere por encima del efectivo, dice Sonia Zurita, docente de la Espae, escuela de negocios de la Espol.
Los jóvenes prefieren usar tarjetas en un contexto en el que la banca ha incrementado la digitalización de sus servicios con innovaciones como las tarjetas ‘contactless’, que agilitan el pago solo con tocar un punto de pago, billeteras móviles que permiten usar los plásticos a través de aplicaciones de celular, entre otros.
La población de 26 a 35 años, además, tiene una experiencia laboral que permite a las emisoras de tarjetas elaborar perfiles de sus historiales y ofrecerles más plásticos, acota la docente de la Espae.
De acuerdo con datos del buró de crédito Equifax, en promedio, este grupo de la población maneja entre dos y tres tarjetas de crédito.
Gabriela Jurado, de 29 años, tiene tres tarjetas. La joven trabaja en una consolidadora de carga y comenta que usa estos medios de pago para las compras de alimentos para su familia mensualmente.
Jurado cuenta que su mamá dejó de trabajar hace poco y el hogar ahora tiene menos ingresos. “Es complicado, porque pago casi USD 700 al mes de las tarjetas. Acumulé primero una deuda porque pagaba mis estudios con la tarjeta, y ahora mi mamá dejó de trabajar, pero he podido mantenerme al día con los pagos”.
Si bien hay más mileniales con tarjetas, su capacidad de endeudamiento no está por encima de la generación X (entre 36 y 45 años).
El buró Equifax detalla que el gasto promedio mensual con tarjeta fue de USD 422 en el 2019 entre los mileniales.
Mientras tanto, la generación X pagó cuotas mensuales promedio de USD 539 y los mayores de 46 años pagaron cuotas de USD 631.
La población más joven, además, tiene niveles de morosidad más alta y utiliza más el crédito rotativo, es decir cuando se dejan saldos pequeños para pagar al mes siguiente.
“La mora de los tarjetahabientes tiene su pico en 11% entre los clientes de menos de 21 años y tiene un menor rango entre la gente mayor a 65 años, que tiene en un 2% de mora”, detalla Aval.
Jorge Cadena, especialista en finanzas personales, cree que la alta morosidad se debe a que los jóvenes no tienen acceso a educación financiera desde temprana edad. Él añade que los jóvenes suelen comenzar su experiencia de consumo con tarjetas a través de las extensiones de los plásticos de sus padres y aprenden sobre la marcha.
“Les dan la extensión para controlar en cierto modo lo que gastan, pero nos les enseñan educación financiera y eso genera problemas”, señala.
Alexandra Villacrés, de 20 años, comenzó a usar tarjeta de crédito a los 18 años. Su padre le dio este medio de pago como regalo, pero antes, le explicó que debía ser responsable.
“A mi papá le llega la cuenta, pero yo soy muy cuidadosa con lo que gasto”, cuenta.
En educación financiera, es clave que los jóvenes conozcan cuándo usar el diferido y el corriente. El diferido es ideal para montos altos de bienes de más duración; el corriente, se recomienda para gastos menores, como alimentación.