La banca pública no termina de poner la casa en orden. En los últimos tres años y cuatro meses, el Régimen apostó a fortalecer a estas entidades. Pero sus indicadores financieros y administrativos siguen siendo preocupantes, pese a que registran fortaleza patrimonial y exceso de liquidez por la capitalización estatal y la inyección de recursos de la reserva monetaria del país. Solo la Corporación Financiera Nacional (CFN) y el Banco Nacional de Fomento (BNF) fueron capitalizados con al menos USD 400 millones. Esto, más los recursos asignados de la reserva permitieron canalizar montos históricos en la última década.
La cartera bruta de los cuatro bancos: CFN, BNF, Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV), Banco del Estado (BEDE), además del Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo (IECE), pasó de USD 1 090,3 millones, en el 2007, USD a 2 479,5 millones, en marzo pasado.Pero ese crecimiento no ha estado acompañado de una gestión sólida. Una muestra es que el BNF y el BEV siguen inmersos en planes de regularización desde el 2006 y con la esperanza de concluirlos este año.
Ambos han cumplido parcialmente las recomendaciones que determinó la Superintendencia de Bancos (SBS) para mejorar su operación en el 2009.
Por años ambas entidades han mantenido una infraestructura no acorde al tamaño de su negocio. Esto ha hecho que sus gastos operativos sean más altos que los ingresos generados por crédito.
Un ejemplo, a diciembre del año pasado, el BNF registró USD 62,3 millones de ingresos por el cobro de intereses de créditos, pero gastó USD 70,5 millones. En otras palabras, gastaron USD 8,2 millones más de lo que ingresó.
Tres meses después, en marzo pasado, y producto de una política de “austeridad” en el BNF, según su gerente, Roberto Barriga, se corrigió este problema. Pero el balance revela que los ingresos y los gastos están en el mismo nivel.
Esta tendencia a gastar más de lo que entra también se observa en el BEV. Ahí, el crédito estuvo estancado y recién empezó a fluir a finales de diciembre pasado, con la plata de la reserva, reconoce su gerente Rodrigo González.
Con el aumento del volumen de préstamos, estas entidades prevén que el peso de los gastos baje y los balances financieros mejoren. Pero este objetivo puede ir al trasto si los créditos concedidos no se recuperan. El BEDE es el que mejor administra los riesgos asociados al crédito y por ello su índice de morosidad es el más bajo: 0,15%.Pero al analizar el balance de toda la banca pública, la cartera vencida y que no percibe intereses pasó de USD 118 millones a USD 188,9 millones, de diciembre 2008 a diciembre 2009. Y a marzo pasado aumentó en 18 millones más.
Este incremento corresponde, principalmente, al BNF y a la CFN. Los informes de la SBS a los que este Diario tuvo acceso revelan, entre otras cosas, que en el BNF “no existen políticas de mitigación de riesgo de crédito, a fin de realizar ajustes en la concesión, administración y recuperación de créditos. La actividad crediticia se concentra en la agricultura (59,1% a diciembre)”.
Aunque Barriga explica que toda la administración de riesgos se realiza de acuerdo con la normativa de la SBS. Y que aplica prácticas sanas de diversificación de inversión. El peso de los segmentos de agro y pecuario, según dice, es de 52,5%.
Respecto a la CFN, el órgano de control observa que “en la banca de primer piso se determinó que no existe un ambiente de control adecuado en relación al volumen y complejidad de operaciones’”.
También se establece que la metodología para la concesión de créditos de primer piso no se ajusta a los lineamientos técnicos requeridos por la normativa”.
Camilo Samán, presidente del Directorio de la CFN, explica que existen diferentes procedimientos y metodologías de análisis, según el monto de las operaciones.
Y que las metodologías de riesgo tienen límites máximos de exposición por región geográfica, sujeto de crédito y grupo económico.
Patricio Baus, gerente de la calificadora de riesgos Bank Watch Ratings, cree que hasta cierto punto es fácil dar crédito, pero lo difícil es recuperarlo. Y esto se complica cuando no hay respaldo técnico para cobrar. “El crecimiento de una institución bancaria no se da de la noche a la mañana, requiere de procesos de evaluación de crédito, tecnología y personal adecuado”.
Justamente la falta de infraestructura adecuada llevó a la CFN a cerrar su línea de microcrédito, cuya cartera en mora alcanzó el 32,6%, hasta marzo pasado.
Al tener una cartera vencida creciente, la SBS exige que provisionen, es decir, guardar un monto equivalente de hasta el 100% de los créditos que están impagos, pero además la SBS observa que estas provisiones no se aplican correctamente. En 2009, el IECE registró USD 3,3 millones de pérdidas por constituición de provisiones.
A esto se suma las tasas subsidiadas del 5%, que al final generan pérdidas. Por ejemplo, en el 2008, el BNF cerró con USD 37,6 millones en contra. Las pérdidas se revirtieron el 2009, pero no fue específicamente por créditos. Recibió USD 31 millones de utilidad de Cementos Chimborazo, de su propiedad.
El BEV también compensó las pérdidas con otros ingresos operacionales. Para Baus, los ingresos esporádicos disimulan el problema, pues si no hay ingresos extras se corre el riesgo de tener pérdidas.
Todo esto obliga a que esta banca reflexione sobre su negocio. Sin embargo, las autoridades creen que la solución para poner punto final a sus problemas es flexibilizar la norma y exigen una ley propia.