Los esfuerzos del Gobierno argentino por mantener los dólares dentro del país están llevando a los ahorristas a realizar transacciones cambiarias en negro en las oficinas y hasta en los colegios.
Pero, las grandes compañías tienen menos margen para evitar los controles cambiarios y deben adaptarse a las extrañas y cambiantes reglas en el país.
La presidenta Cristina Fernández, una líder populista con un fuerte discurso nacionalista, prometió lanzar medidas de “sintonía fina” en la economía tras ganar su reelección en octubre.
Desde entonces limitó las importaciones, impuso controles de capitales y nacionalizó la mayor compañía energética, YPF. Fernández necesita frenar la salida de capitales en un país todavía temeroso de la intervención gubernamental tras la devaluación de la moneda y el congelamiento de los depósitos bancarios durante la crisis financiera del 2001/02.
El Gobierno necesita que los dólares del superávit comercial permanezcan en Argentina y ayuden a incrementar las reservas del Banco Central utilizadas para pagar deuda soberana.
Funcionarios están revisando en detalle el flujo de divisas para lograr este objetivo, limitando la compra de dólares y desalentando el pago de dividendos y las transferencias internacionales de dinero. Y a medida que aumentan los obstáculos, las empresas enfrentan retrasos y distorsiones que están golpeando a la inversión privada.
Analistas dicen que el ajustado control del Gobierno podría generar una desaceleración económica por una caída en el consumo y en el gasto corporativo. Con acceso limitado a los dólares en el mercado formal, ahorristas y algunas pequeñas empresas salen en búsqueda de la moneda estadounidense en el mercado negro, donde las cotizaciones están en brusco aumento.
Otras compañías compran bonos o acciones que pueden vender fuera del país, algo que es legal pero mal visto por el Gobierno. “Si preguntás a un empresario extranjero cuál es el clima de negocios, te va a decir que están trabajando el 50 por ciento de su tiempo para lo que es el negocio de la empresa en sí, y el otro 50 por ciento o más para cumplir todas las regulaciones”, dijo un asesor legal de empresas que pidió anonimato, algo que refleja el temor general a hablar en público. “Si no (cumplen), o tenés un contenedor en la aduana detenido o tenés un montón de otros temas abiertos”, agregó.
Durante mucho tiempo, los argentinos han sacado dólares del país de forma ilegal para evitar el pago de impuestos. Para frenar la fuga de fondos, la agencia impositiva tiene perros olfateando en busca de fajos de dinero en la frontera y aeropuertos.
Un perro llamado Tiza encontró 110.000 dólares escondidos en el auto de una persona cuando intentaba cruzar a Uruguay este año. Pero, el margen entre el tipo de cambio formal del dólar y el precio paralelo se ha cuadruplicado desde que Fernández introdujo los nuevos controles a la economía.
Líderes empresariales están ahora bajo una mayor presión para mantener su dinero en la tercera economía de América Latina, donde el crecimiento se desacelera rápidamente y la inflación supera el 20 por ciento anual.
Los empresarios reciben llamados del conocido zar de los precios, Guillermo Moreno, quien suele decidir cuándo y por qué los dólares cambian de manos.
Buscando seguridad
Los argentinos deben recibir la aprobación de la agencia impositiva para comprar moneda extranjera al precio oficial. Un límite mensual está fijado para esas compras, pero a veces las operaciones se congelan durante varios días por motivos no explicados.
Ese fue el caso la semana pasada, algo que disparó una caída del 7,5 por ciento en el valor del peso en el mercado negro, al aumentar la demanda por dólares. La agencia impositiva advirtió el martes que tomará duras medidas contra quienes vendan la moneda estadounidense en el mercado paralelo.
Los argentinos, sin embargo, son expertos en encontrar atajos. Por eso ven a los últimos controles como molestos, pero manejables. “He cambiado dinero en el colegio de mis hijos”, dijo un economista con contactos entre empresas extranjeras.
“Vas a encontrar este tipo de negocios en todos los colegios en (zonas de alto poder adquisitivo como) Palermo, Recoleta, Belgrano y Martínez, y vas a ver un mercado negro dentro de cada oficina”, añadió. “El problema es para las grandes empresas porque no pueden usar el mercado negro (…) Compañías más pequeñas siempre tienen dinero en negro para usar y ellos irán al mercado paralelo o usarán el contado con liquidación (venta de bonos y acciones en el extranjero) o cualquier cosa que tengan disponible”, explicó.
Fiesta de consumo
El mercado de “contado con liquidación” refleja la tasa implícita de cambio usada para comprar bonos argentinos o acciones que pueden ser vendidos en el extranjero por dólares. Algunas compañías reciben su dinero afuera del país a través de estas operaciones, algo que el Gobierno vigila de cerca.
La tasa de cambio del contado con liquidación cayó a 5,81 pesos por dólar, contra el tipo de cambio del mercado paralelo de 5,49 por dólar. Esto representa una prima del 31 por ciento y del 23 por ciento respectivamente por sobre la tasa interbancaria oficial.
Otra estrategia para mandar moneda extranjera al exterior es comprando bonos argentinos Boden 2012 que vencen en agosto, dado que el pago puede ser depositado en el exterior. Algunas pequeñas y medianas empresas compran dólares en el mercado negro y después importan bienes de contrabando con la ayuda de funcionarios de aduana corruptos, dijo una fuente con conocimiento del mercado de cambios.
Pero, empresas más grandes tienden a jugar bajo las reglas del Gobierno y tienen suficiente peso como para lograr acuerdos de acceso a moneda extranjera y flujo de comercio. Están poniendo sus pesos en certificados de depósito y trabajando para evitar trabas a sus negocios.
“Al fin y al cabo, las empresas acá ganan dinero. Mientras haya una fiesta de consumo en Argentina, a las empresas les va a ir bastante bien acá, a pesar de toda la locura”, dijo una fuente diplomática que trabaja en temas económicos.
Señales de fatiga
Pero, la fiesta de consumo se está apagando. La confianza del consumidor cayó un 12,7 por ciento en abril contra marzo, mostrando su mayor retroceso desde septiembre del 2002, cuando la economía argentina estaba sumida en la recesión y todavía no se había recuperado de un masivo cese de pago de deuda.
El acceso restringido a los dólares también golpeó al mercado inmobiliario, donde las transacciones son en esa moneda. Los negocios de compra-venta de viviendas en la ciudad de Buenos Aires cayeron en marzo por cuarto mes consecutivo, dijeron firmas inmobiliarias locales.
La inversión bruta mensual cayó en su medición interanual en febrero y marzo por primera vez desde fines del 2009, de acuerdo con la consultora Orlando Ferreres y Asociados. La consultora dijo que los límites a las importaciones de bienes de capital jugaron un rol clave. La compleja red de regulaciones, junto con una genuina desaceleración de la economía, no son un buen augurio para posibles inversiones.